El anuncio de Guillermo Fernández Vara de su intención de no presentarse a la reelección en el próximo otoño a la Secretaría General del PSOE extremeño en el congreso interno que se celebrará por aquellas fechas es una mala noticia para Emiliano García-Page. No sobran en el PSOE dirigentes con la dosis de suficiente sensatez y valentía para enfrentarse a una dirección nacional manejada a su antojo, sin apenas réplica interna, y dominada en su máxima expresión por Pedro Sánchez. Lo que hizo con las instituciones del Estado, lo redobló con las estructuras, los modos y la cultura democrática en su propio partido. Se volvió a los tiempos aquellos en los que el que se movía no salía en la foto. La única diferencia es que ahora no había siquiera quien amagara con la más mínima discrepancia.

Solo algunos de los barones tuvieron claro que su poder procedía directamente del voto de sus ciudadanos y no de ningún dedazo de Moncloa y que su mayor esfuerzo era mirar hacia ellos y no más allá de sus fronteras regionales. Lambán, Page y Fernández Vara fueron las excepciones dentro de un aparato que solo mientras se alimenta de poder deja de devorar a sus hijos.

Lambán y Fernández Vara, a pesar de los esfuerzos por desmarcarse de las insensateces incoherencias y cesiones a los independentistas, fueron arrastrados por el reflujo de una ola que tiene mucho más que ver con la aversión y el rechazo que las decisiones de su secretario general despertaron entre el ciudadano de a pie. Perdieron las elecciones y los dos son conscientes de su debilidad interna.

La inmensa mayoría de los analistas han tenido claro que ese movimiento tenía como fin primordial evitar el debate interno en el PSOE. Abierto el melón, con luz o taquígrafos o soterradamente durante medio año hasta llegar a las elecciones, hubiera sido muy difícil la supervivencia política de Sánchez y en esa tesitura el trío de barones habría tenido mucho que decir.

En política apenas puedes predecir lo que te va a ocurrir en un mes, una semana o un día, pero no es descabellado pensar que todo en España va encaminado a una nueva era en la que el sanchismo, dentro y fuera del PSOE, en unos meses solo será un mal recuerdo para muchos y el rumbo general será muy diferente a lo que hemos vivido en los últimos años.

En ese nuevo rumbo harán falta políticos sensatos como Guillermo Fernández Vara y estoy seguro que Emiliano García-Page, fuera y dentro del PSOE, lo echará, como otros muchos ciudadanos españoles, en falta.