Se nos va el verano. Qué quieren que les diga, menos mal. Yo no entiendo que viviendo en Castilla-La Mancha haya gente que diga que le gusta más el verano que el invierno. En los veranos castellanomanchegos, literalmente, no se puede hacer nada, excepto encerrarte de sol a sol en casa, si tienes aire acondicionado, o refugiarte en el trabajo, siempre que sea una oficina climatizada.

Más de 1.000 personas han muerto este año en España por patologías o complicaciones en sus patologías asociadas al calor. Señores y señoras en nuestra región y en otras muchas partes de nuestro país el verano mata, el verano quema y el verano arrasa porque las temperaturas son absolutamente insoportables. A ver qué señor o señora de La Solana, de Yuncler o de Villarrobledo tiene el cuajo de decirme, con el agosto que estamos pasando, que prefiere el verano...

Si has disfrutado de la primera quincena de agosto es que estabas en Noruega porque esto ha sido un infierno. Ahora que los de Vox vengan a decirme que lo del cambio climático es cosa de rojos, bueno pues que me expliquen de donde salía el refrán ese de “en agosto frío en rostro”. Ahora desde luego sería “cuécete a tope en agosto” o similar.

Bueno, pues con este panorama todavía tengo que escuchar en Toledo -más de 10 días hemos estado entre 40 y 42 grados- que la feria ha sido un éxito ¿En serio? ¿Un desfile de cabezudos a 40 grados? ¡Qué locura! En el recinto ferial a las 2 de la madrugada hacía 32 grados. ¿Me van a decir que se estaba tan agustito en el concierto de Francisco y Tamara? ¿Qué corría el aire en el de Abraham Mateo?

Por cierto, no es que sea yo una moderna, ni esté a la última en tendencias musicales pero menudo cartel. Ha hecho tanto calor que la gente no ha subido ni a beber del botijo de la Virgen del Sagrario.

¿Y en Ciudad Real qué? ¿El baile del vermú a mediodía? ¿En serio? No tengo constancia de que haya muerto nadie, pero habrá estado la cosa, ahí, ahí. Porque en Ciudad Real y debajo de una carpa de plástico a la una de la tarde debía hacer 54 grados. El vermú no sé si habrá funcionado, pero el 112 seguro que ha tenido mucho trabajo.

Y así podríamos ir saltando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo para entender que lo de las fiestas a mediados de agosto igual habría que darle una vuelta ¿no? Que no se pueden hacer programaciones de ferias con avisos amarillos, naranjas, o rojos por calor ¡Que no es ninguna broma! Igual más allá de las tradiciones está la salud de las personas, que quizá tenemos que girar el calendario de vírgenes, cristos y santos o procesionarlos en las piscinas municipales... ¿Qué tal si nos paramos y lo reflexionamos?

Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.