En estos días de cenas, comidas y tardeos prenavideños varios, creo firmemente que me he topado con el verdadero significado de eso que llaman 'pasar una noche toledana'

Y es que, por mucho que la RAE diga que 'pasar una noche toledana' significa vivir una noche en vela, de insomnio pertinaz o de mal dormir, cada vez tengo más claro que esto de la (mala)noche toledana está íntimamente ligado a las horas -y no exagero- que puedes pasarte haciendo cola en los baños de cualquier local. Algo que nunca podré llegar a entender de la arquitectura moderna es por qué un local habilitado para, pongamos, 500 personas bien apretujaditas, pueda funcionar con solo dos baños abiertos por sexo -o género, como usted prefiera-. Echando cuentas, tocamos a una taza de WC por cada 125 almas. Ministerios de la ciencia.

Por no hablar de los olores. Algún que otro local que presume de llevar décadas non-stop, debería replantearse hacer alguna que otra reforma. Y es que, una cosa es llevar desde los años 60 abierto y otra, muy distinta, es no haber hecho una puesta a punto de tu fontanería desde los tiempos del NO-DO. Aviso: el olor a guateque ya no se lleva.

Por no hablar de la higiene. Algo que no ha cambiado desde que el mundo es mundo es que, vayas a la hora que vayas, los baños de bares y discotecas siempre estarán sucios (y sin papel higiénico). No falla. Te pueden cobrar entrada, clavarte más de 4 euros una cerveza de barril, montarte 3, 4 ó 20 ambientes… la inversión en mantener limpios los baños seguirá siendo igual a cero.

Y hablando de clavadas, mejor no abrir el melón de las cenas y comidas navideñas, que de eso ya encargó mi compañera Ángeles y sus demonios la semana pasada…

Conclusión, a pesar de lo divertido que pueda ser juntarse con amigos estos días y a riesgo de que me tilden de señora Scrooge, creo que ya he cumplido, con creces, mis eventos prenavideños. Por lo menos hasta el año que viene. Se verá.