“Lo importante no es pensar, lo importante es sentir”, declara Javier Gomá a Juan Cruz (El Periódico de España). “Lo que realmente distingue a unas personas de otras es la intensidad del sentimiento –proclama el filósofo, que ha publicado Universal concreto–. (...) Si tienes intensidad de sentimiento puedes llegar a la mayor concentración. Si no lo logras, y eres escritor, terminas siendo tan solo alguien que rellena espacios en blanco, alguien que no tiene vocación. Lo primero es amar y después razonar”.



Sobre el amor escribe Manuel Jabois en Mirafiori, su última novela. “No escribo exactamente para aprender ni para conocerme. No me siento mejor persona por escribir un libro, yo como autor no lo veo así –cuenta el escritor y periodista a Teresa Madueño (culturplaza)–. También me interesa mucho hablar sobre la belleza, pero yo lo que quería es contar una historia. Quiero averiguar qué hay detrás de lo que no se puede contar y explicar, como sucede con lo paranormal”.



A propósito del Napoleón de Ridley Scott, el poeta y narrador José Carlos Llop escribe en The Objective que “es una alegría pensar que el cine sigue moviendo las emociones de la gente y la clave está, precisamente, en las emociones”. “El libro hacía lo mismo con las ideas y las emociones –ahonda–, pero este segundo aspecto se lo arrebató, hace tiempo, por vía popular, el cine. En cuanto a las ideas, que alguien nos diga dónde están”. Aprovecha el escritor mallorquín para censurar a los actores que “suelen entrar en un guion sin saber nada de nada y luego se pasan opinando sobre su personaje y el momento histórico como si fueran doctores iluminados en la materia”.

“Si no tienes intensidad de sentimiento, y eres escritor, terminas siendo alguien que rellena espacios en blanco”, Javier Gomá

Julian Schnabel sostiene que lo mismo ocurre con los directores. “Uno de los problemas del cine es que los directores no conocen de lo que hablan”, asegura el autor de títulos como Antes que anochezca a Oskar Belategui (El Correo). Está convencido el también pintor de que “el arte es como la hierba, puedes ocultarla con cemento, pero al final se agrietará”. Y se pregunta: “¿qué significa ya exponer en un museo? No sé quién es el público. Los visitantes deambulan por las salas, hay arte interactivo... Son como parques temáticos”.



Un director a contracorriente es Manuel Martín Cuenca. “El cine que me interesa, el que pienso que llega al público, es el que se crea en el camino, en el que hay espacio y eco para el cineasta –explica a Gregorio Belinchón (El País) el director de El amor de Andrea–. No el hecho con escuadra y cartabón, el que nace del viaje del guion y de los proyectos por distintos laboratorios de festivales o de producción (...) Vamos, el que impera”.



José María Guelbenzu, autor de Mediodía en el tiempo, la historia de cuatro amigos desde el final del franquismo hasta el desencanto democrático, cree que “la nostalgia en literatura es una rendición”. “La nostalgia es espantosa. Es una especie de rememoración blanda e inútil de algo que lo convierte en falsedad añorada –revela a Daniel Arjona (Zenda)–, mientras que la memoria es la realidad y la vida (...) Lo que los escritores debemos hacer es descubrir nuevas formas de expresión y dejarnos de tonterías”.

“Quiero ser considerada un ser humano y no quiero que se mencione mi sexo”, Marjane Satrapi

Enrique Bueres (GQ) pregunta a John Banville sobre su objetivo como escritor. “En estos libros policiacos –contesta el novelista irlandés, autor de Las hermanas Jacobs, crear una obra que tenga belleza. Cuando escribo este tipo de novelas no me considero artista, sino artesano, como si fuera carpintero e hiciese una silla cómoda. Pero como ha dicho un amigo, hay muchos por ahí que se hacen llamar artistas y no son más que artesanos”.

P. S. Marjane Satrapi, que acaba de publicar Mujer Vida Libertad, sobre la revolución iniciada en Irán contra la represión, reflexiona sobre el feminismo. “El feminismo para mí es humanismo –aclara a Raquel Villaécija (El Mundo) la ilustradora, novelista y cineasta franco-iraní–. Quiero ser considerada un ser humano y no quiero que se mencione mi sexo, que no tiene que ver con mi creación artística. Si decimos que mujeres y hombres crean de manera diferente, entonces ¿tendríamos que hacer festivales de cine de negros y blancos? Porque no tienen la misma visión del mundo (...) Nunca he estado en guerra contra los hombres, que son excelentes compañeros de viaje”.