Normalización oficial que al cine y a los espectáculos no llega: sus espectadores siguen un 40 % por debajo de los años anteriores. Y el cambio de Gobierno ha traído nuevo ministro de Cultura y a Miquel Iceta, que ha dejado poca huella, le acaba de suceder el también catalán Ernest Urtasun, antes portavoz de Sumar. Démosle 100 días.

Letras. Los datos del sector editorial invitan al optimismo: se mantiene el crecimiento con una facturación que ronda los 2.718 millones de euros y un incremento del 5,5 %. Mención especial merecen las cifras de literatura infantil y juvenil que, desde 2019, registran una subida del 50,4 %. Y un dato curioso: se ha vendido más de menos títulos.

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La concentración editorial sigue su curso, siendo quizá lo más significativo la compra de Roca por el grupo Penguin Random House. Los llamados sellos independientes vuelven a contar con la complicidad del público, gracias, por ejemplo, al acierto de haber editado al Nobel noruego Jon Fosse antes que nadie (De Conatus, Nórdica).

Mientras el 150 aniversario de Azorín pasó desapercibido, opacado por los fastos de los Años Sorolla y Picasso.

Arte. Año récord de público. ARCO recuperaba su velocidad de crucero prepandemia superando los 95.000 visitantes, 2.000 más que en 2020. Y la Sala Alcalá 31 cerraba la exposición de Juan Muñoz en julio con más de 80.000.

Hemos visto cortar la cinta roja de la esperada Galería de las Colecciones Reales. El Año Picasso se ha llevado un buen mordisco de presupuesto, y de programación, pero ha dejado una huella relativa en crítica y público.

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Manuel Segade sucedía a Manuel Borja-Villel al frente del Reina Sofía y decíamos adiós a varios directores cesados abruptamente. Peligra el Código de Buenas Prácticas. A Urtasun se le pide que vigile su aplicación, el IVA reducido y una vuelta al Estatuto del Artista. Nada nuevo.

Teatro. A pesar de todo, el talento escénico siempre se abre paso en España. El tándem Nao Albet y Marcel Borràs, que anda debatiéndose sobre si se separan o no, nos brindó dos fogonazos de originalidad y descaro, Falsestuff y su propia autobiografía. Aunque para fogonazos, los de Angélica Liddell, que alcanzó la cumbre en Vudú (3318) Blixen. Seis horas de teatro tatuadas en la memoria.

Tremendo mérito tuvo también la exhumación de Caro de Mallén por el empeño de Juana Escabias. Una pena que toda esa fuerza creativa quede yugulada por la falta de oportunidades de una industria sin músculo.

Música. Teatreros y músicos, no obstante, recibieron con esperanza los avances en el Estatuto del Artista, aunque quede mucho por recorrer. Es lo que advierte el Cuarteto Quiroga, un ejemplo de resiliencia en un país al que le cuesta poner en valor sus activos culturales y que no termina de volver a teatros y auditorios.

[Lecturas conseguidas]

Aun así, están aflorando nuevos festivales que expanden la oferta para la arrinconada clásica: La Rioja, Atrium, Bal y Gay… Fue, por otra parte, el gran año de las óperas basadas en nuestro patrimonio literario: La Regenta, El caballero de Olmedo, Lazarillo… Lo aplaudimos.

Cine. Nuestro cine volvió a tocar metal en la Berlinale: la pequeña Sofía Otero se llevaba el Oso de Plata por su trabajo en 20.000 especies de abejas. En Cannes salió triunfadora Elena Martín Gimeno con Creatura, mientras que Jaione Camborda conquistaba la Concha de Oro con O corno.

Sin embargo, quien ha acaparado más focos ha sido Víctor Erice, que cerraba su legendaria filmografía con Cerrar los ojos. Siguen destacando nuevas voces (Itsaso Arana, Laura Ferrés, Víctor Iriarte…) en un año en el que la animación ha dado un paso adelante.

A la espera de La sociedad de la nieve de Bayona, la recaudación del cine español alcanza los 66 millones de euros, lejos de los 94 de 2019.

[Los premios de 2023]

Huelgas de guionistas y actores y pinchazo de Disney con la mayoría de sus blockbusters, en lo internacional.

Ciencia. Con la resaca de la reforma de la Ley de Ciencia del año pasado nuestra investigación parece recuperar sus constantes. Más participación en equipos internacionales, más estabilidad y mejor tecnología es lo que tendrá que poner en valor Diana Morant, que renueva como ministra de Ciencia y añade, con lógica, Universidades a sus competencias.

Respecto al CSIC, confiemos en que Eloísa del Pino salga de su hibernación y mire más allá de la gestión, poniendo ya laboratorios a disposición de los investigadores que quieran seguir sus carreras en nuestro país.

Todas las votaciones realizadas en las distintas secciones para elaborar las listas de lo mejor del año se publicarán en elcultural.com