Luis Alberto de Cuenca

Visor. Madrid, 2014. 144 páginas, 20 euros

Pocas presentaciones, es decir, ninguna, exige Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950): la reunión de su obra poética, el volumen Los mundos y los días, tuvo hace apenas dos años su cuarta edición, lo que habla del prominente lugar reconocido por los lectores, además de que en el ámbito académico es, desde hace ya tiempo, objeto de estudio. Sin olvidar su condición de estudioso de la literatura con trabajos de que cubren territorios muy diversos, de su labor de traductor o de su actividad como letrista de canciones de éxito, De Cuenca es, sobre todo, un poeta, un poeta indiscutible de la literatura española contemporánea, un poeta canónico.



Cuaderno de vacaciones, que coincide con una reedición del que fue su segundo libro, Elsinore -o primero, toda vez que Los retratos que lo precedió ha sido eliminado de las recopilaciones-, presenta hasta ochenta y cinco nuevos poemas -u ochenta y nueve, pues "Cinco haikus" da título a lo que dice- escritos entre 2009 y 2012 en cuadernos que, explica, le acompañan, como un deber casi escolar, durante las vacaciones. Poemas que prolongan una poética que, si fundada en la cultura -y la de este poeta se diría que no tiene límites- y, por tanto con múltiples referencias en los textos, se dice en un lenguaje que rehúsa el tono elevado y se acerca al sermo communis, al habla cotidiana, si bien tratándose de poemas nunca se puede ir más allá de un acercamiento, baste preguntarse ¿alguien habla en verso?



La cultura como valor, que da lugar al culturalismo, que De Cuenca a veces trata con un notable desenfado. Si en uno de los poemas declara "Lo mío es el pasado", ahí mismo hace de Teodora, que sería emperatriz de Bizancio, "una stripper cualquiera", bien es verdad que los historiadores la vinculan a una familia dedicada al espectáculo. Una noción de cultura, plural, abierta, sin elitismo alguno, que no se cierra en algún momento de pasado sino que incluye el presente y en él la llamada cultura popular, así en "Apología de los clásicos", y repárese en el título, Yago o Sigurd-Siegfried van de la mano del Guerrero del Antifaz o Roberto Alcázar, como es ya típico en sus libros. Y es que en esta obra la memoria es la de los avatares de la vida tanto como la de lo leído o visto en el cine con sus personajes ejemplares u odiosos, con sus pasiones, gestas y fracasos, todo al fin vivencias, dichas poéticamente.



De Cuenca es un poeta con excelente sentido del ritmo y sus poemas muestran gran variedad de formas, incluidos los eneasílabos, ese metro tan poco común. Esa musicalidad, está al servicio de "reflejar los anhelos, angustias / y emociones reales de la especie [...]. Y hacerlo de la forma más nítida posible". He ahí expresa la poética de estos poemas. Entre otras cosas se reflejan aquí el amor y el paso del tiempo y hacen de Cuaderno de vacaciones una lectura deliciosa.

Eva presente

Llegaste desde el mar -como Afrodita-.

de la luna soñada por Cyrano

o de un paisaje opiáceo de Gautier,

quién sabe desde dónde.

Y me dijiste

que no eras de este mundo,

que odiabas la traición y la mentira

y que, en cualquier momento,

podías desaparecer.

Y entonces Dios,

que había imaginado el paraíso

bajo la especie de tu cuerpo,

te confió a mis brazos para siempre.