Después de que a su coche se le pinchen las ruedas en plena lluvia, Glen se enfrenta a una noche extraña con una pareja casada que le asiste. Esta singular coincidencia pone en marcha una cadena de eventos que alteran sus vidas y las de varios extraños que se cruzan por azar.

Así arranca Ultrasound, un cómic con reminiscencias del cine de David Lynch o Christopher Nolan, concebido como un rompecabezas donde alguien debe reconstruir la verdadera historia a través de las piezas que se van proporcionado. Un mecanismo preciso capaz de dotar a una historia aparentemente lineal con un objetivo insospechado: aflorar la capa de realidad sumergida entre la confusión de las viñetas.

La trama, meticulosamente diseñada, es un sobresaliente trabajo de orfebrería salido del pincel de un Conor Stechschulte en estado de gracia que nos lanza sobre un microcosmos de personajes zarandeados por acontecimientos que escapan a su entender. El autor utiliza los colores de las viñetas para dar pistas sobre el plano de la realidad en que se desarrolla la acción y mantener un estimulante desconcierto. No más pistas.

Un cómic que reflexiona sobre la noción de identidad y consigue describir el momento en el que ya no somos nosotros mismos, en el que todo en lo que creemos parece erróneo, decidido por otros o sin sentido. Los misterios de la mente se someten a escrutinio en aras de un bien mayor que nunca llega. ¿Se acuerdan del programa secreto MK Ultra de la CIA?

En Ultrasound se cuestiona veladamente la ética de determinadas actuaciones de organismos públicos con un thriller de altos vuelos que juega con la confusión del lector para capturar su interés e implicarlo emocionalmente con el destino de ciudadanos vulnerables pero capaces de cuestionar la sociedad en que viven. La relectura provoca nuevas satisfacciones. Imprescindible para los seguidores de teorías conspiranoicas.