Sorprende advertir cómo frente a aquellas propuestas estéticas que se salen de la convención o de la moda, el criterio del niño es más abierto y lleno de interés que el de la mayoría de los adultos. Esta observación puede ser válida tanto en el caso del arte contemporáneo como con los cuentos ilustrados. Por eso, entre tantas otras razones, es tan importante brindarles a los chavales libros variados, de calidad, que rehuyan los estereotipos y traten con inteligencia a su interlocutor. No olvidemos que la literatura infantil puede ser un espacio de encuentro cotidiano entre el niño y el arte.

Cactus no es una obra convencional. Sus ilustraciones beben de la tradición pictórica del primer renacimiento y la digieren de un modo muy personal: apropiándose del uso de la perspectiva, desarrollando tanto el símbolo como el detalle y emulando cierta rigidez en el tratamiento de los cuerpos y del movimiento. Aunque la narración tiene mucho de alegoría moral, se aleja de los tópicos reinantes para relatar de un modo francamente sutil y hermoso lo que a la mirada adulta le puede resultar una historia muy inquietante.