Gabriel García Márquez. Foto: Penguin Random House

Gabriel García Márquez. Foto: Penguin Random House

Letras 25 años de El Cultural

In memoriam: Gabriel García Márquez, perdurabilidad de un mito

Su embrujo popular resiste mejor que la media frente a un gran público cada vez menos tolerante a prosas de hace medio siglo.

11 diciembre, 2023 02:23

Mario Vargas Llosa escribió a finales de los 60 que Cien años de soledad seguiría leyéndose durante mucho tiempo. Probablemente, admitió, el libro atravesaría períodos de menor visibilidad, pero el vaticinio sonó igual de inapelable: 1967 había alumbrado un clásico latinoamericano. Cincuenta y seis años después, el haz y el envés de aquella sentencia (en absoluto circunstancial: consciente de la posteridad, deseoso de dictarla, cada declaración del joven Vargas implicaba una apuesta de futuro) conservan fuerza sugestiva.

García Márquez fue una presencia gigante de la literatura internacional del siglo XX. Cifras, premios, discípulos y volumen bibliográfico lo atestiguan. Un legado semejante no se desvanece de golpe: sus libros siguen vendiéndose, aparecen imitadores tardíos de tanto en tanto, y Netflix estrenará una adaptación de Cien años de soledad. Su embrujo popular resiste mejor que la media frente a un gran público cada vez menos tolerante a prosas de hace medio siglo: siempre que leí a alumnos adolescentes eso de “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”, su curiosidad se activó más que otros días.

En cambio, la influencia de Macondo en el imaginario de los creadores y lectores más audaces o emergentes se ha diluido incluso en Colombia, viva pero inactiva. “El anciano pierde uno de los mayores derechos humanos: ya no será juzgado por sus iguales”, lamentaba Goethe.

[La novela póstuma de Gabriel García Márquez, 'En agosto nos vemos', ya tiene fecha de publicación]

En cuanto al novelista dejaron de juzgarlo sus iguales o los hijos de sus iguales, llegó el turno de las nietas y se produjo una cesura, como si faltase o sobrase algo en su obra que le dificulta apelarnos en 2023. ¿Qué será? Y al revés, ¿qué virtudes la reactivarán cuando llegue el momento? Porque Vargas Llosa tenía razón: seguiremos leyéndola.

El narrador y periodista Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia, el 6 de marzo de 1927 - Ciudad de México, 17 de abril de 2014) fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1982. El coronel no tiene quien le escriba (1961), Cien años de soledad (1967) o Memoria de mis putas tristes (2004) son algunas de sus obras más destacadas.

García Márquez murió en 2014. Diez años dura el purgatorio que atraviesan muchos autores tras morir. Esos años han acelerado múltiples cambios en la conversación cultural: las miradas trans, queer y feminista dando un vuelco a casi todo; el auge y desinflamación de la autoficción; el regreso del realismo bajo fórmulas inestables, etc. El universo salvaje, telúrico y macho del Nobel suena ajeno.

Por otro lado, sospecho que al autor de El otoño del patriarca le sucede algo parecido que a Cortázar, lo mismo que podría sucederle a Bolaño: tras una identificación mítica e inaugural con varias generaciones a cuyos imaginarios juveniles dio forma, la verosimilitud y la nostalgia de aquellos relatos romantizados colapsan hasta sonar ingenuos. Hay algo injusto en el giro, pero también lucidez: desligados emocionalmente de la obra, los nuevos lectores detectan los aliños coyunturales que contribuyeron al éxito icónico.

Gabriel García Márquez fue una presencia gigante de la literatura internacional del siglo XX

Llega un período gris que destila la herencia del Gran Nombre. ¿Qué quedará? ¿Cien años de soledad? Seguro que más. Por ejemplo, aquel cuento que habla de una mujer bellísima sangrando por su pequeña herida y que despierta en mí el recuerdo de felicidad veinteañera… Ay, ¿lo ven? Gabriel García Márquez incardinado en la biografía.

Es en Latinoamérica donde el debate sobre su vigencia resulta más pertinente. Al margen de santificaciones o sacralizaciones (el colombiano Juan Cárdenas reconoce leerlo con “irreverencia, cariño e ironía”), García Márquez exploró formas valiosas de superponer territorio, historia y lenguaje al servicio de relatos que absorben la violencia arbitraria que recorría el continente, todo mientras se balancea sobre un cable que conecta el gran estilo con la apelación popular. Hoy no cabe hacerlo igual, pero aquellos objetivos resuenan todavía.

Nos dejaron

Adolfo Bioy Casares (1914-1999); Roberto Bolaño (1953-2003); Susan Sontag (1933-2004); Guillermo Cabrera Infante (1929-2005); Saul Bellow (1915-2005); Norman Mailer (1923-2007); David Foster Wallace (1962-2008); Alexander Solzhenitsyn (1918-2008); J. G. Ballard (1930-2009); J. D. Salinger (1919-2010); José Saramago (1922-2010); Ernesto Sabato (1911-2011); Doris Lessing (1919-2013); Günter Grass (1927-2015); Philip Roth (1933-2018); Milan Kundera (1929-2023)...