Como si de un interminable poema en prosa o de un desesperado aullido se tratara, Un idiota como tú, ópera prima de Chus Castejón (Zaragoza, 1966), es una suerte de monólogo interior sincopado de un joven de finales de los años 80 que bebe, se pelea, recorre tugurios zaragozanos por la noche con desdichadas mujeres intercambiables (Ojostristes, Ultra Maña, Lazumbada) y que repite como un mantra, en cada capítulo, casi en cada página “melodías Pick, melodías Pock”, como si no pudiera dejar de escuchar una emisora de radio eternamente conectada.

El protagonista, que llega a recordar la verborrea del antihéroe de Magistral, de Martín Giráldez, carece de su ambición literaria y de su apuesta por el lenguaje, aunque demuestra más desengaño y desesperación, quizás más verdad, porque si algo empieza a intuir, entre tragos y peleas, es que la vida no vale lo que cuesta, y que su destino, como el de casi todos, es acabar convertido en un triste funcionario que no abandona la corbata que su jefe de departamento le regaló hace diez años y que luce diariamente con mansa gratitud, como un collar perruno.

Castejón, un emprendedor que ha vivido en Londres, negociado con China y colaborado con una productora audiovisual, es responsable de una empresa pionera en fermentación de alimentos. Y mucho de eso, de fermentación de sueños, frustraciones y nostalgias, hay en este libro abrumador y fascinante.