Cada 23 de abril se entrega el Premio Cervantes, el galardón más importante de la literatura en español, en una ceremonia en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, pero este año el galardonado, el poeta de 89 años Francisco Brines —con quien ha conversado El Cultural—, no ha podido asistir debido a su delicado estado de salud. El solemne acto se ha sustituido por uno más sencillo, también por motivos sanitarios, que han presidido los reyes don Felipe y doña Letizia en el patio del Instituto Cervantes de Alcalá de Henares, la localidad donde nació el autor del Quijote.

El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, ha abierto el encuentro con un discurso en el que ha definido el libro como “el más asombroso invento de la Humanidad” y lo ha elogiado como instrumento de transmisión cultural de generación en generación, siglo a siglo. También ha señalado la necesidad de volver una y otra vez a los clásicos: “En ese acto mismo de reconocimiento a los maestros hay al tiempo un signo de modestia y de inteligencia. Lo hizo Rousseau con Sócrates, Plutarco o Montaigne, o Kant y Benjamin Constant con el mismo Rousseau, o Concepción Arenal con Bentham, o Virginia Wolf con Proust, o Wittgenstein con Spinoza, o Bobbio con Hobbes, o García Márquez con Cervantes…y así tantos y tantos, tantas y tantas. En realidad, todos los que han tenido algo interesante o hermoso que decir”.

Rodríguez Uribes, que ha hecho referencia a Irene Vallejo y su ensayo El infinito en un junco, que recorre la milenaria historia de los libros y que ganó el Premio Nacional el pasado año, también ha señalado la importancia que ha demostrado tener el libro durante la pandemia: “Ha sido un compañero fiel para gran parte de la población, en cualquiera de sus versiones, tanto física como digital. Uno de los pocos efectos positivos de esta crisis sanitaria, económica y social que seguimos padeciendo es el aumento de los índices de lectura que batieron récords entre los meses de marzo y junio del año pasado”. El ministro también ha tenido palabras de reconocimiento para Francisco Brines y ha asegurado que pronto viajará junto a los reyes a Oliva, la localidad valenciana donde vive el poeta, para entregarle el Premio Cervantes. “Estaremos muy cerca de Segaria y del Montgó, en Elca, en un manto de naranjos desde donde se otea perfectamente la confluencia del cielo y el mar, en dirección a la playa de las Marinas. Nuestro poeta valenciano, español, universal nos espera en primavera, que es su Otoño de las rosas”.

Los actores Marta Guerras y Alfredo Noval, de La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, han hecho una lectura dramatizada de un fragmento de El perro del hortelano, de Lope de Vega. Tras los jóvenes intérpretes, la voz de la experiencia se ha encarnado en la de José Sacristán, siempre profunda e hipnótica, que ha leído el cuento El pueblo en la cara, una de las Viejas historias de Castilla la Vieja de Miguel Delibes, y los poemas Estación claridad, de María Elena Walsh y A Don Francisco Giner de los Ríos, de Antonio Machado. Para el veterano actor, estos tres autores “nos siguen enseñando a mirar”.

Un poema de Brines que suena a despedida

El poeta galardonado no ha querido que su ausencia el día de Cervantes fuera total, y por eso envió para su proyección en el acto de hoy un vídeo en el que ha leído, con notable dificultad, Mi resumen, un breve poema que escribió hace años pero que hoy suena, más que a celebración del premio, a serena despedida, a memento mori:

"Como si nada hubiera sucedido."
Es ese mi resumen
y está en él mi epitafio.
Habla mi nada al vivo.
Y él se asoma a un espejo
que no refleja a nadie. 

Después del acto, los reyes han recorrido la nueva Biblioteca Patrimonial del Instituto Cervantes acompañados por el ministro de Cultura, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero. Después han desvelado una placa conmemorativa en el histórico edificio alcalaíno, conocido como Colegio del Rey.