Al comenzar la lectura de La prima mayor, primera novela de Laura Gost (Mallorca,1993), recordé casi sin querer ese extraordinario debut cinematográfico que fue Verano 1993 (2017), de Carla Simón. Imposible evitarlo; si en el filme Frida –una niña de seis años que se acaba de quedar huérfana tras la muerte de su madre– va a vivir con sus tíos al campo, en La prima mayor le ocurre lo mismo a Tina, aunque tiene dieciséis y su relación con Rosa, la prima menor (de tres años en la película, de doce en la novela) dista mucho de ser idílica. Es como si aquella Frida hubiera crecido, para convertirse en una Tina tiránica, una chantajista emocional que impone sus caprichos al resto de la nueva familia. La joven actúa además como una suerte de espejo distorsionador de su prima, la verdadera protagonista del relato, que no tardará demasiado en convertirse en la víctima favorita del sarcasmo y crueldad de la huérfana, una joven malcriada y egoísta “que parecía esforzarse en convertirse en excéntrica, conflictiva, mala, si es que no había sido siempre así”.

Entre la fascinación y la envidia por la belleza de Tina, por su impertinencia y libertad, y por la ingenuidad, la inocencia de Rosa, las dos jóvenes encuentran pronto un nuevo campo de batalla cuando llega al pueblo la familia Montsó y se establecen unas turbias relaciones sentimentales y de amistad entre ambas primas con el padre, viudo, y sus hijos, Marçel y Miquel.

'La prima mayor' es un relato hondo e inquietante sobre esa primera adolescencia abrumada de descubrimientos

Guionista del cortometraje de animación Woody & Woody, que conquistó el Goya en 2018, Gost obtuvo ese mismo año el premio Jaume II como joven artista, y en 2019 el Torneo de Dramaturgia Catalana de Temparada Alta con Matar al padre. Por si fuera poco, el año pasado esta misma ópera prima, publicada en catalán por la editorial Lleonard Muntaner, se convertía en el libro más vendido de Sant Jordi y de la Feria del Libro de Palma. Y no fue casualidad: La prima mayor es un relato hondo e inquietante sobre esa primera adolescencia abrumada de descubrimientos y soledad, de inocencia y decepción, luminosa y siniestra a la vez. Que la protagonista comience a correr por las mañanas para pasar un tiempo con el vecino que le gusta y descubra que prefiere hacerlo sola para poder pensar (y ser), es una muestra de lo profunda que es esta indagación sobre el mundo femenino cuando abandona la niñez y se abisma, llena de deseos y sueños, en la madurez. ¡Qué gran debut!