Ignacio Padilla. Foto: Lisbeth Salas

"Este libro monumental va a ser crucial para el legado de Nacho, porque es su obra maestra y uno de los proyectos narrativos más ambiciosos hecho jamás en el género del texto breve". Así de rotundo se muestra el escritor Jorge Volpi al hablar del libro póstumo de su amigo Ignacio Padilla, fallecido en agosto de 2016 tras un accidente de tráfico, Micropedia, una cuidada edición a cargo de Páginas de Espuma que reúne en cuatro volúmenes la producción cuentística de un escritor erudito y heterodoxo. En su interior nos espera, en palabras de Volpi, "el universo imaginario de Nacho Padilla, un universo muy extraño". Un complejo tapiz donde conviven mitologías y territorios de todas las épocas con leyendas morales, el imaginario del boom, la Biblia, el Siglo de Oro, los relatos artúricos, Cervantes y Borges.



"Borges es sin duda uno de sus padres", reconoce el escritor, "pero el mundo de Nacho también tiene toques de Manganelli, otro heterodoxo inclasificable, que le encantaba, de la literatura fantástica del XIX, con Poe y Maupassant a la cabeza, y de todos los grandes cuentistas, como Chéjov". También de Cervantes, gran protagonista de su obra ensayística, que se manifiesta aquí en el lenguaje. "Siempre le interesó recrear el lenguaje del pasado. A veces el de Cervantes y el siglo de Oro, a veces el decimonónico o el medieval, que aparece transfigurado en muchísimos de estos cuentos".



En ese complejo caldo de cultivo, Padilla introduce "todos los temas que le interesaban: los viajes, los dobles, los cambios de identidad, los universos bilocados o paralelos, los monstruos, las muñecas, los autómatas, un bestiario de animales fantásticos...", enumera Vopli. "Sus cuentos son cuentos sobre todo fantásticos, pero de una fantasía muy aquilatada y destilada hacia una erudición o falsa erudición que los vuelven algo muy singular. No hay ningún otro escritor que se le parezca", insiste.



Dos décadas de sueño

La densidad narrativa de esta obra y su aroma de proyecto vital no son algo casual. Como recuerda su amigo, Padilla comenzó a confeccionar esta tetralogía hace más de dos décadas. "Creo que empezó cuando estábamos estudiando el doctorado en Salamanca, y siguió explorando esta idea a lo largo de más de 20 años. Siempre tuvo claro que quería hacer estos cuatro libros, cuatro libros de cuentos temáticos donde cada libro tendría dos temas, cada título sería un octosílabo, cada libro estaría pensado como tal en un proyecto conjunto", explica Volpi, dando cuenta de la ambición de Padilla. Ahora por fin, su sueño de publicarlos de forma conjunta se ve cumplido gracias a la labor del escritor, que juntó los tres libros ya publicados (Las antípodas y el siglo, Los reflejos y la escarcha y El androide y las quimeras), y se ocupó de restaurar el inédito Lo volátil y las fauces "con los archivos inéditos que tenía en su computadora y que había enviado al propio Juan Casamayor, para volver a lo que él había pensado originalmente".



Ignacio Padilla y Jorge Volpi en los años 90, la época del Crack

Amigo desde los 16 años y cofundador junto a él de la llamada Generación del Crack, que revolucionó las letras mexicanas de los 90, Volpi insiste en que "no es el cariño lo que me lleva a afirmar que fue uno de los mayores cuentistas de nuestro tiempo. Aunque escribió novelas muy notables y ensayos fantásticos, como él mismo sabía, su genio y su grandeza estaban en el texto breve. De hecho, se definía a sí mismo sobretodo como cuentista y decía, haciendo uno de sus juegos de palabras, que era físico cuéntico", sonríe. "Nacho vivía en la literatura. Lo literario, la ficción, este mundo que exploraba todo el tiempo, era el centro de su vida. Yo creo que buscaba a través de la literatura, tanto explicarse un poco el mundo a través de la fantasía, como también revelar un poco de sí ocultándose en este mundo imaginario", se aventura Volpi, que se empeñaba en discernir las cuitas y secretos del hermético Padilla en los fastuosos y desconcertantes mundos que otorgaba a sus personajes.



El fin del Crack

Para Volpi, esta Micropedia representa una de las grandes ambiciones de esa generación del Crack que se levantó en los 90 "contra la idea del exotismo forzoso en la literatura latinoamericana, contra esa visión de que por fuerza un escritor latinoamericano tenía que escribir realismo mágico y parecerse a García Márquez", al que admiraban enormemente pero del que odiaban la necesidad de tener que imitarlo, recuerda. Este volumen de Padilla se hace eco de "la reivindicación de un regreso al boom, a aquellos libros totales, polifónicos y ambiciosos de los comienzos, muy bien representados en este volumen de Nacho".



Sin embargo, reconoce Volpi que este puede ser el último coletazo de aquel movimiento, pues "para mí, simbólicamente, el Crack terminó con la muerte de Nacho hace dos años y medio. En ese momento íbamos a presentar el postmanifiesto del Crack, e íbamos reunirnos los cinco firmantes originales en la Feria de Guadalajara para celebrar los 20 años", explica el escritor. "Pero justo meses antes él murió, y ese evento se convirtió en un homenaje a Nacho, lo que pone punto final aquella aventura". Aunque también asegura que ese final "no quiere decir que para los que seguimos vivos no haya sido un movimiento crucial, y la mayoría de lo que escribimos no traiciona, sino que prolonga de varias maneras, lo que decía el manifiesto".



Cuestión de influencia

Pero más allá de ellos mismos, esa trascendencia no ha perdurado más que en ciertos aspectos. "Sobre todo trascendió la idea principal", defiende Volpi. "Hace 20 años la única pregunta que nos hacían a Nacho o a mí era por qué un escritor mexicano no escribía sobre México, y creo que gracias al Crack a nadie ya le parece extraño, ni en España, ni en ningún lado, que un escritor latinoamericano escriba sobre cualquier cosa", declara, antes de alabar la literatura mexicana actual. "Es muy interesante. Ya no hay grupos, no ha vuelto a haber uno claro y consolidado desde el Crack, pero hay muchísimos escritores muy notables".



En cuanto a la influencia individual de Padilla, Volpi asegura que todavía es pronto, y que esta obra será un elemento clave en la consolidación de la memoria literaria de su amigo. "En este momento no veo que influencia puede ejercer, porque es un cuentista tan singular que no sé si alguien podrá decir que está siendo influido por Nacho. Espero que sí, probablemente escritores más jóvenes en el futuro adoptarán su paternidad". Y más sabiendo que todavía hay más Padilla en camino. "Quedan dos inéditos, una novela que está básicamente lista y será publicada el año próximo y un libro de ensayos, que saldrá, esperemos, en un breve plazo también, pero me reservo los temas o cualquier otra pista para no estropear la sorpresa", concluye.