Ken Follett

El escritor británico cierra la trilogía iniciada con Los pilares de la tierra, el libro más leído en España con 6 millones de ejemplares vendidos, publicando Una columna de fuego (Plaza & Janés), una historia de espionaje ambientada en el siglo XVI con las guerras de religión como telón de fondo.

"Antes que escritor he sido lector, desde muy joven, y hay lecturas de entonces que me siguen influyendo 50 años después" ha asegurado esta mañana el escritor Ken Follett (Cardiff, 1949) en el Teatro Infanta Isabel durante la presentación en España de su nueva novela Una columna de fuego (Plaza & Janés), una historia de espionaje ambientada en el siglo XVI, con las guerras de religión como telón de fondo, con la que culmina la trilogía iniciada hace casi tres décadas con Los pilares de la tierra, el libro más leído en España con más de 6 millones de ejemplares vendidos. "Leí a Shakespeare como si fueran novelas", asegura el galés, que ha llegado a afirmar que "solo Shakespeare y yo hemos contado un siglo en ficción", en referencia a su más reciente trabajo, la monumental trilogía sobre el siglo XX, compuesta por La caída de los gigantes, El invierno del mundo y El umbral de la eternidad. "También me ha influido mucho el personaje de James Bond, en aquella época yo quería ser él. Sentía una emoción intensa al leer sus libros y en mis novelas he querido siempre reproducir esa sensación".



El autor abunda en esta intención al abordar la consabida cuestión sobre la calidad literaria de sus novelas, cuestionada por muchos, principalmente debido a su gran éxito de público. A Follett se le nota que haber vendido más de 160 millones de ejemplares de su obra le ha dado una gran seguridad en sí mismo. De hecho el escritor no pone empeño en discutir este tema asegurando que "la gente abusa mucho a veces del término alta cultura, de las lecturas intelectuales, y reconozco que mis novelas no son eso. Mis novelas son mainstream, best sellers, y lo son porque hay mucha gente lo que quiere es sencillamente quedarse enganchado, perderse en una historia", esgrime. "Para mí la literatura, la cultura en general, no debe apelar al intelecto, como las matemáticas o la física, sino a los sentimientos, como hace la música. Las novelas tienen que llegar al corazón".



Tiranía y libertad

Opiniones aparte, el éxito avala la tesis del escritor, que culmina su trilogía medieval dando un salto hasta el siglo XVI para narrar una compleja historia de amor estilo Romeo y Julieta, entre un protestante y una católica, enmarcada en la conflictiva época de las guerras de religión que fragmentaron Europa. La división social se convierte en política con la subida al trono de Inglaterra de Isabel I, que adoptó definitivamente la nueva religión poniendo en su contra a todas las monarquías europeas en lo que Follett califica como "una decisión muy peligrosa". No obstante la trama, el escritor defiende que esta "no es una novela sobre religión, sino sobre la libertad. No me interesan las batallas entre cristianos y protestantes, saber quién tenía razón, me interesa contraponer dos ideas de religión, la tiránica e impositiva frente a la tolerante, que triunfó en ciertos lugares. Nadie debería morir por sus ideas. Y esa es una idea que ya entonces era revolucionaria".



Las connotaciones políticas de la trama permiten integrar personajes reales, la propia reina inglesa, Felipe II o María Estuardo con otros inventados, y trasladan la trama por varias ciudades europeas como Londres, París, Amberes o Sevilla, además de la ficticia Kingsbridge, cuya catedral, protagonista de la primera novela, es testigo directo de la fragmentación religiosa. El clima de conspiración que se teje en torno a Isabel I, permite a Follett regresar a sus orígenes novelísticos introduciendo el espionaje en la trama, al relatar la creación del primer servicio de inteligencia del país, fundado por la reina para estar al tanto de intrigas, tentativas de asesinato, alzamientos, revueltas o planes de invasión. "Hemos visto multitud de ejemplos en la historia donde la labor de espionaje ha sido decisiva, donde ha decidido batallas, guerras, y cuestiones políticas. La labor de los espías es modificar la historia", asegura el escritor.



Ken Follett en el Teatro Infanta Isabel posando junto a los "personajes" de su novela

Una historia, que Follett considera mucho más fácil de desentrañar que el presente. "Lo bueno de escribir sobre el pasado es que sabemos cómo terminó todo, sin embargo no puedo decir nada sobre el presente. No tengo respuestas para el siglo XXI". No obstante, el escritor no ha eludido pronunciarse sobre los aspectos más candentes de la actualidad. "El Brexit ha sido muy malo para mi país. Dentro de veinte años, los ingleses se darán cuenta de que es la peor decisión que han tomado", ha valorado pesimista. Sobre al auge nacionalista, parte clave también en el mismo Brexit, el escritor ha asegurado que "me sorprende y preocupa su ascenso. El nacionalismo no es la ideología del siglo XXI, es obsoleta y anticuada. Los británicos y los catalanes dicen que están mejor solos pero no creo que sea así. El nacionalismo no va a ayudar, porque el futuro está en la integración, no en la independencia", ha opinado, "aunque", ha añadido humildemente "quizá me confunda".



Sevilla capital del mundo

Es conocido y evidente el cariño de Follett por España, como lo es también que el nuestro es uno de los lugares donde su obra es mejor recibida, pues el escritor vende más ejemplares aquí que en Estados Unidos. Por ello, como en las anteriores novelas de la saga, España está presente, en este caso en la ciudad de Sevilla, que a juicio de Follett "en el siglo XVI era la más rica e importante de España, si no de Europa, por su conexión con el oro y la plata de las Américas". El escritor estuvo documentándose en la capital andaluza, que considera "un lugar muy interesante sobre el que escribir, porque entonces era una ciudad muy colorida, con un puerto fluvial comparable al de Róterdam hoy y con una gran diversidad cultural".



Además de su visita a Sevilla y al resto de localizaciones de la novela, Follett ha utilizado más de 200 libros, algunos de historiadores como Mercedes García Arnau, Geoffrey Parker o Robert Hutchinson, como documentación. Pero además, ha recurrido a "la gran cantidad de información existente del propio siglo XVI, porque la gente escribía memorias y se enviaba cartas donde se relataba lo que ocurría. Además, aunque Shakespeare nunca escribió expresamente sobre su época, en sus obras hay multitud de pinceladas sobre la vida cotidiana de entonces", ha recordado el escritor, que ha bromeado diciendo que "como novelista, si nadie sabe la respuesta a mis preguntas, me lo puedo inventar".



¿Un final para Kingsbridge?

En principio, Follett pone así punto final a la trilogía iniciada con Los pilares de la tierra en 1989 y continuada con Un mundo sin fin en 2007, en la que siempre se ha ocupado, con un lapso de 200 años entre cada una, de "grandes cataclismo o momentos clave de la historia", en la primera, de la ebullición cultural y social que condujo a la "Edad de las catedrales", y en la segunda de la peste negra, epidemia que cambió por completo a la Europa tardomedieval. Pero tras este paseo por la conflictiva época de las guerras de religión, Follett no se resiste a dejar en el banquillo a su personaje más querido, la ciudad de Kingsbridge, y deja abierta la puerta a una nueva novela, aunque sin ofrecer más pistas. "Me encanta escribir sobre Kingsbridge y a los lectores les encanta, así que… sí, es posible que haga otro libro".