Clara Sánchez

Han pasado seis años desde que Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) publicó su novela más exitosa: Lo que esconde tu nombre (2010), que le valió el Premio Nadal 2010 y más de un millón de lectores repartidos por el mundo. En su portada, una chica pálida y sin boca devuelve la mirada al lector evidenciando el thriller que narran sus páginas. La joven Sandra y el anciano Julián eran los héroes de la historia, dos personas que se conocían por casualidad y acababan inmiscuidos en una red de antiguos nazis en Denia. Ahora, llega a las librerías la segunda parte de sus aventuras con un título y una portada que contrastan en positividad con su antecesora. Cuando llega la luz se presenta también con un rostro femenino, esta vez con boca, piel luminosa y una mirada llena de esperanza.



Ésta podría ser la de Sandra, ahora más madura, como requiere el cuidado del hijo que ha tenido, Janín, con el que vive en Madrid. Julián, por su parte, continúa en la residencia de la tercera edad donde terminó, aunque no precisamente para descansar en su lucha contra los nazis ocultos. Ambos volverán a abrir un capítulo de sus vidas que creían cerrado ante la certeza de que sus enemigos no lo han hecho. Un reencuentro entre "este don Quijote y Sancho Panza", como lo ha denominado su autora, con el que continúa una historia que aún no sabe si prolongará a una tercera parte.



Pregunta.- ¿Por qué ha decidido retomar ahora la historia de Lo que esconde tu nombre?

Respuesta.- La otra historia quedó abierta en cierto modo, yo me encariñé mucho con Sandra y con Julián, se hicieron muy fuertes en mi cabeza y también los lectores se encariñaron mucho con ellos. Y ha sido precisamente en esta última época que ha empezado a proliferar por Europa los grupos de ultraderecha y neonazis cuando me parecía que se había establecido el vínculo entre este momento y lo que había ocurrido en Lo que esconde tu nombre. Ahora esos acólitos se han expandido, han creado esos grupos que nos tienen a todos preocupados y es en lo que me he centrado en esta novela. Cuando llega la luz tiene una vocación de proyectarse al lado más luminoso de la vida.



P.- ¿Qué ha cambiado en Sandra?, que es un poco un reflejo de usted

R.- La Sandra de Lo que esconde tu nombre era la Sandra que yo era cuando descubrí esta situación real, y la de ahora es más consciente, es madre, ya no piensa solo en ella, sino que tiene alguien a quien proteger, de quien responsabilizarse. Se ha dado cuenta de que perseguir únicamente la satisfacción de los deseos ya no le satisface. Es una persona mucho más madura, más capaz de controlar la situación. Se va a ver envuelta en una nueva trama, pero esta vez ha dejado de lado la ingenuidad, por lo único que puede luchar, aparte de por recuperar lo que está perdiendo, es por conservar un poco de candor.



P.- Sandra y Julián muestran sus puntos de vista de forma separada en la novela ¿por qué decide dividir a los protagonistas?

R.- No están tanto separados, sino que complementan la realidad, yo creo que ésta no va solo en una dirección y como lectora a mí me gusta tener una visión un poco más amplia. Julián y Sandra se van entremezclando, se van completando, y sus vidas se van deslizando la una en la otra. Es una manera de crear mucha tensión para el lector, porque a Sandra le puede estar sucediendo algo que ya sabemos a través de Julian y que la misma Sandra ignora. Esto es algo que yo he aprendido un poco de Hitchcock.



P.- ¿De alguna película en particular?

R.- Los pájaros para mí es emblemática en ese sentido de lo que yo creo que es crear una intriga y una tensión. Cuando Tippi Hedren está sentada en los columpios del colegio fumando, pensando en sus cosas, y nosotros los espectadores vemos que detrás de ella se van amontonando los pájaros, nos crea muchísima tensión el hecho de que no vuelva la cabeza hacia atrás. Para mí eso es un reflejo de lo que nos sucede en la vida muy a menudo, sino continuamente.



P.- ¿Esta segunda entrega también corresponde a una experiencia personal?

R.- Digamos que la experiencia que viene de la realidad es la misma que había en la anterior salvo alguna sorpresa de la que nos hemos enterado en los últimos tiempos y que el lector seguramente descubrirá dentro de la novela y que crea mucha intriga. Vitalmente sí que tiene que ver mucho conmigo, porque yo me veo reflejada en Sandra, en una necesidad por mi parte de recuperar ese cierto candor sin el que es imposible vivir, y que lo recupero no a través de Sandra, sino de otro personaje nuevo que es Lucy.



P.- El libro arranca con una cita de Hamlet (William Shakespeare, 1603): "Uno puede sonreír y sonreír y ser un villano". ¿Cuándo aprendió usted ésto?

R.- Lo he ido aprendiendo a lo largo de los años y se ha convertido en el hilo conductor de todas mis novelas: no somos lo que parecemos. Ésto tiene mucha presencia en estas dos obras puesto que unos de los personajes más importantes son estos viejos nazis y neonazis. El mal se camufla detrás de una sonrisa, de una cortesía, de la vejez, y de lo que sea, nuestro reto es aprender a ver un poco más.



P.- ¿Le preocupa que vuelvan las cartas intimidatorias con esta nueva entrega?

R.- No lo había pensado, no me preocupa y no quiero ni mencionarlo, siempre es algo molesto y desagradable.



P.- Lo que esconde tu nombre acumula un millón de lectores y va por su 17° edición en España, ¿siente presión por superar estas cifras con la nueva entrega?

R.- No pienso en las cifras porque entonces no escribiría nada, mi tipo de narrativa no va dirigida a tener esas cifras, lo que pasa es que si las ha tenido pues muchísimo mejor. Lo que más me preocupa es escribir lo que yo quiero y luego que haya gente que lo pase bien con lo que he escrito.



P.- ¿Va a haber una tercera parte?

R.- No lo sé. Yo nunca he planificado mi futuro literario, porque escribo mucho intuitivamente, me tiene que apasionar. No me gusta comprometerme a priori hasta que no siento la llamada de esa novela.



@sergi02