Daniel Sánchez Arévalo. Foto: Santi Cogolludo.

No se puede decir que con su primera novela, finalista del Premio Planeta 2015, el cineasta Daniel Sánchez Arévalo se haya iniciado como escritor. Lleva desde los 90 escribiendo guiones para series de televisión y los de sus propias películas. La historia que ahora narra en La isla de Alice, que sale a la venta este miércoles acompañando a la ganadora, podría haber sido su primera película americana ya que la acción transcurre en aquel país, pero lo que tenía que contar era tanto que le salió un guión de 200 páginas, el doble de lo habitual. Fue su amigo David Serrano (El otro lado de la cama, Días de fútbol) el que le dijo: "¿No ves que lo que tienes entre manos es una novela?". Meses después le hizo caso y la reescribió como tal.



Otro motivo para convertir La isla de Alice en una novela era la libertad que ofrece el formato para indagar en la psicología de los personajes, explica Sánchez Arévalo a El Cultural. Escribir esta historia sin tener que ceñirse a los límites que impone el cine "ha sido como volar". El libro comienza con la muerte del marido de la protagonista en un accidente de coche a cientos de kilómetros de donde debía estar. Su esposa empieza a investigar el suceso para descubrir sus mentiras y combatir el dolor.



"Cuando se me ocurre una idea, intento desecharla para que solo las buenas arraiguen", revela Sánchez Arévalo. Con esta no pudo. Se apoderó de él y fue creciendo durante seis años a base de notas (la primera de ellas, fechada en febrero de 2009), mientras rodaba sus dos últimas películas. "Lo mejor de ser el finalista del Planeta es que me quitaron la novela de las manos y ya no pude seguir corrigiéndola", confiesa el escritor.



Es obligatorio preguntarle al cineasta, después de convertir un intento de guión en novela, si ha pensado hacer el camino inverso y adaptarla al cine. Dice que sí, pero prefiere mantenerse al margen y dejar que sea otro (¿Amenábar?) quien la ruede. Suceda o no, por el momento Sánchez Arévalo se atreve a decir: "Esta novela es mi mejor película, en parte porque el lector es quien va a rodarla".



-Supongo que quedar finalista del Premio Planeta con su primera novela, le da alas para escribir más.

-Desde luego; aparte del premio, lo que más he disfrutado ha sido el proceso de escritura. Tengo cierta tendencia a la reclusión y desde pequeño he tenido la fantasía de vivir apartado (eso sí, rodeado de tecnología). Para crear hace falta mucha soledad, es un vehículo necesario. Me ha ayudado mucho tener una perra porque te impone ciertos horarios y el necesario contacto con otra piel. He disfrutado tanto que me da miedo, porque una parte de mí piensa: "¿Y si me dedico solo a escribir?". Pero para eso tendría que tener un éxito brutal.



-Tras recibir el premio dijo que este libro tenía mucho que ver con un proceso de duelo personal.

-Cuando llevaba unas 80 páginas de la novela, le detectaron un cáncer terminal al marido de mi madre, que para mí ha sido un segundo padre. Estuve durante todo el proceso a su lado y la novela se convirtió en un motor para sobrevivir, del mismo modo que Alice se aferra al misterio que tiene que descubrir.



-Alice se instala en la misteriosa isla a la que su marido viajaba sin que ella lo supiera. ¿Encuentra allí su sitio para comenzar de cero?

-Después de que su mundo se resquebrajara, Alice tiene que construir uno nuevo. La isla de la novela es una metáfora del pequeño mundo en el que vivimos todos. Al principio no pensé en una isla, simplemente en una de estas urbanizaciones valladas y herméticas. Cuando se me ocurrió lo de la isla, empecé a viajar por toda la costa este buscando islas para inspirarme. Me he documentado muchísimo.



-Se declara ambicioso. No quiere ser "un grito en el desierto", sino que sus proyectos lleguen al mayor número posible de espectadores o lectores. ¿Eso influye a la hora de crearlos?

-No, a mí me gustaría ser como Almodóvar o Amenábar, que son autores que cuentan las historias que quieren contar y llegan a millones de personas en todo el mundo. Eso es lo que yo ambiciono, no tener que renunciar a mis historias y a mi manera de contarlas. De hecho, lo de no ser un grito en el desierto es una frase que le copié a Alejandro.



-La historia de La isla de Alice es muy distinta a las de sus películas. ¿Qué ingredientes de su cine encontrará el lector en esta novela?

-Espero que no muchos. He querido alejarme mucho de mí mismo para escribir esta historia y, curiosamente, es la que me ha salido de más adentro. Lo que sí tiene en común Alice con otros de mis personajes es que, mientras sufre una lucha interna brutal, intenta encontrar su sitio en el mundo.