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Se alza el telón. Estamos en una librería de Lavapies, en Madrid, muy cerca del Teatro Valle-Inclán y de la Casa Encendida. Actores, aficionados, estudiantes, directores, críticos y maestros hojean libros sobre y de teatro, circo, de magia y de danza. Saben que han llegado a su Shangri-La, tierra prometida en un país que olvida la importancia de las artes escénicas, a las que además castiga con un IVA excesivo.

Del fondo surge la voz de la responsable de Yorick, que recuerda cómo en el origen de todo estuvo la revista Artez, dedicada al teatro mientras otras como El Público desaparecían. Sus creadores decidieron publicar también libros, textos teatrales primero, obras de teoría después, sin gran acogida entre las librerías generalistas, lo que les invitó, dice la responsable, disfrazada con una máscara griega, a "crear nuestra propia librería virtual, en 2001". Cinco años después, Yorick se plantaba físicamente en Bilbao y ahora, desde 2011, está en Madrid manteniendo y potenciando además la librería virtual. "La repercusión -explica- fue inmediata, porque el aficionado sólo encontraba clásicos en las librerías tradicionales. Muchos nos pedían títulos de los que habían oído hablar, y cuando los localizábamos, venían a por más. Hoy tenemos libros de 300 editoriales de todo el mundo, sobre todo de Hispanoamérica, donde se ha hecho un trabajo interesante tanto en teatro como en danza, y, aunque la coyuntura siguen siendo difícil, la función debe continuar".