Image: El pensamiento político de la derecha española en el siglo XX

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Letras

El pensamiento político de la derecha española en el siglo XX

Pedro Carlos González Cuevas

15 septiembre, 2005 02:00

Manuel Fraga

Tecnos. Madrid, 2005. 288 páginas, 17 euros

Parece que la costumbre de distinguir entre una derecha y una izquierda políticas tuvo su origen en la posición que ocuparon los partidarios de Luis XVI en los primeros días de aquellos Estados Generales en los que se gestó la Revolución Fran-
cesa. Al tomar sitio a la derecha del monarca trataban de manifestarle su apo-
yo, a la vez que se declaraban "fieles" a él en términos análogos a como, en el evangelio de San Mateo (25, 34), se dirigía el Rey a los que estaban a su derecha.

En la izquierda, por el contrario, se situó el Estado Llano y, en general, cuantos se oponían al ejercicio abusivo del poder real. La distinción ha prosperado en los dos siglos siguientes, a la hora de organizar las asambleas políticas e, incluso, en la misma arquitectura parlamentaria.

La evolución política de estos dos siglos largos, sin embargo, ha ido haciendo desaparecer el carácter de privilegiados del poder que pudieron tener, al principio, los que se sentaban a la derecha del monarca, a la vez que se ha generalizado la costumbre de identificarlos con valores e ideas contrarias a la vida democrática. éste suele ser el primer paso de una descalificación de la derecha para la vida política y se ha traducido, de hecho, en que muchas personas rehuyan ser clasificadas en el lado derecho del espectro político, mientras tratan de situarse en un centro que, la mayoría de las veces, resulta difícil de caracterizar.

Es una situación común a muchas sociedades actuales, entre ellas la española, y presta un especial interés a este ensayo de historia de las ideas políticas que ofrece el profesor Pedro Carlos González Cuevas, en el que recorre el pensamiento y las actitudes de la derecha española desde la gran conmoción que, en el marco de la crisis finisecular del positivismo, supuso el Desastre español de 1898, hasta la experiencia del primer gobierno de José María Aznar, en una España que trataba de consolidar el proceso de la Transición política.

González Cuevas es, tal vez, uno de los primeros especialistas en el pensamiento conservador español como ya habían demostrado sus estudios sobre Ramiro de Maeztu (Maeztu: biografía de un nacionalista español, Marcial Pons, 2003) o sobre Acción Española (Acción española: teología política y nacionalismo autoritario en España (1913-1916), Tecnos, 1998). Hace unos años ya había adelantado una visión histórica de las derechas que se remontaba hasta los tiempos de la Ilustración.

El primer logro del libro de González Cuevas es, quizás, el de ampliar el concepto de "derecha" para hablar de diversas "derechas", en una línea similar a como René Remond puso en circulación el concepto de familias políticas al hablar de las diversas derechas que han coincidido en la vida política francesa de los últimos siglos. Se trata de una distinción que no puede plantear excesivos recelos teóricos y que, además, resulta muy útil cuando se trata de interpretar momentos especialmente delicados, como es el caso del muy debatido actualmente "bienio negro" de la segunda República, en donde cada día resultan menos creíbles las etiquetas fascistas que algunos distribuyeron tan alegremente.

También es muy sugerente la ampliación del espectro de la derecha que, si no se pone en relación necesaria con los valores religiosos y tradicionales, permite algunas incorporaciones que no dejarán de parecer provocativas a muchos. Es el caso de los nacionalismos, sobre los que el autor rechaza de una manera un tanto agria que pudieran tener alguna faceta modernizadora, o la decidida incorporación al canon de la derecha de personajes tan influyentes como Salvador de Madariaga y José Ortega y Gasset que, según el autor, procedían de los ámbitos del liberalismo conservador, desde el que mantuvieron un permanente y atractivo diálogo con las corrientes filosóficas y políticas de su tiempo. Sus críticas se hicieron especialmente agudas durante el periodo de la segunda República.

El libro, que recorre cien años de la vida española, es también un muy bien articulado catálogo de cómo las diversas tradiciones de la derecha -el autor opta por los instrumentos conceptuales que le brindan T. Sowell y A. MacIntyre- han ido formulándose en situaciones políticas tan diversas como las que se atraviesan durante esos años. Un esfuerzo en el que el autor demuestra una excelente capacidad de lectura que, en algunas ocasiones, adquiriría una mayor fuerza de convicción si se hubiese respetado la costumbre de dejar clara la fecha de las ediciones originales. Es un dato muy relevante cuando se trata de dar cuenta de la evolución intelectual de personas de muy prolongada trayectoria intelectual que, no pocas veces, buscaron incidir en la opinión a través de artículos periodísticos que, a veces, tardarían muchos años en trasladar a los libros, no sin retocarlos, en muchísimas ocasiones, para adaptarlos a nuevas necesidades.

El estudio de González Cuevas se organiza sobre cinco grandes apartados de los que los dos primeros corresponden al reinado de Alfonso XIII, antes y después del impacto de la guerra europea de 1914-1918. Parte del momento del apogeo del conservadurismo liberal que representa la España de la Restauración canovista, que sitúa al monarca en el centro del sistema. Frente a ella las demandas de regeneración, anteriores al desastre, que pretendían fórmulas autoritarias como las de Costa, relacionadas con la crítica krausista, que no tuvieron éxito político aunque, como señala el autor, cumpliera plenamente "sus objetivos deslegitimadores". Junto a la crítica costiana, la que provenía de un tradicionalismo renovado doctrinalmente, de un nacionalismo catalán con un fuerte componente antiparlamentario, de la crítica anarquizante de los hombres del 98, o la que surgió desde dentro del sistema con el fenómeno maurista.

El impacto de la guerra europea haría más urgente las demandas de cambio, que alcanzaron su momento culminante en el verano de 1917. Fue a partir de entonces cuando parecieron aflorar nuevas corrientes (catolicismo político, tradicionalismo, maurismo) que estuvieron acompañadas de significativos pronunciamientos de intelectuales como Azorín, Maeztu y Ortega y Gasset. Todo ello parecía presagiar cambios que fueron yugulados por la dictadura de Primo de Rivera que significó el gran momento del conservadurismo autoritario.

El capítulo dedicado a la segunda República y a la guerra civil tiene, entre otras, la virtud de ofrecer una visión muy matizada de temas de muy candente actualidad como la naturaleza de la política azañista y el verdadero alcance de la amenaza fascista en aquellos años. En cuanto al régimen que surge de la guerra civil, el autor subraya con acierto el papel estelar que habría de desempeñar Franco al aglutinar las diversas tradiciones de derechas que encontraron su acomodo en él.
El libro se cierra con unas consideraciones sobre la España de la transición política, que se caracteriza, de acuerdo con García Pelayo, como el Estado de los partidos. En el debate constitucional, las derechas españolas tuvieron un especial protagonismo en la crítica del título referente a las autonomías que, aún hoy, abre inquietantes incógnitas sobre el futuro de la organización territorial del Estado español.

Las indicaciones bibliográficas del final son muy útiles para un mejor conocimiento de las diversas derechas que nos describe en el texto. Pedro Carlos González Cuevas, en definitiva, ha levantado un mapa rico y documentado de unas tradiciones políticas mucho más variadas de lo que a veces se ha querido creer y, con su caracterización, ha llevado a cabo una estupenda tarea para ayudar a la compresión de la vida política española de los últimos cien años.


Ortega, las derechas y Franco
Una de las tesis más polémicas de El pensamiento político de la derecha española en el siglo XX es la incorporación al canon de la derecha del filósofo José Ortega y Gasset. Lo cierto es que el propio Ortega destacó en los años 30 que el real sentido de los conceptos políticos comezaba a diluirse. "Hoy en día" comentó, "la izquierda habla de dictaduras y la derecha habla de revoluciones". También habló, claro está, de que derechas o izquierdas son términos propios de una hemiplejia moral, y ante la guerra civil se colocó en una casi imposible neutralidad, refugiándose, como otros prestigiosos intelectuales, en la llamada Tercera España.

Ortega pasó la guerra civil en Argentina, y su regreso a España en agosto de 1945 constituyó, según Carlos Rojas, una de las Diez grandes crisis del franquismo (La Esfera). En este libro explica Rojas cómo Ortega trató de congraciarse con el dictador, pronunciando "desmedidos elogios de la España de Franco, en su primera conferencia pública después de su vuelta a Madrid, llamando ‘indecente’, de tan rebosante, la salud nacional de la dictadura. Por persona interpuesta, más tarde se ofrecería para escribirle a Franco aquellos discursos políticos que tanto dejaban que desear. Franco rechazó a Ortega sin contemplaciones. Después del fracaso de su Instituto de Humanidades y de las obligadas comparaciones que le proporcionaba España con el mundo, en sus viajes de prestigioso conferenciante, terminaría Ortega por desencantarse y renegar del Régimen". R. L.