Frente al árido tecnicismo de los filósofos acadé-micos, Voltaire representa la posibilidad de un pensamiento que no desdeña el humor ni el estilo. Las peripecias de Cándido escarnecen el optimismo de los sistemas que realizan las piruetas conceptuales más asombrosas para negar la existencia del sufrimiento y la imperfección. Es imposible huir de la fatalidad. Sólo queda el consuelo de distraer la mente mediante tareas sencillas, como cuidar un huerto o pasear al caer la tarde. El postestructuralismo francés oscureció la filosofía hasta lo ininteligible. La prosa elegante y fluida de Voltaire reivindica otra forma de pensar, donde confluyen rigor y claridad.