Joan Ollé -frente a tantas "recreaciones" de los clásicos- da relieve al texto y lo sirve con la modernidad necesaria: un naturalismo llevado a esencias impresionistas. Con el público alrededor de un escenario presidido por un enorme montón de paja, sabiamente iluminado, el protagonismo es de los personajes y de un texto, excelentemente traducido por Feliu Formosa.

El elemento externo que desvela la insatisfacción de una vida rutinaria es la llegada de la pareja formada por un profesor retirado -correctísimo Enric Arredondo- con su bellísima mujer (Mónica López) a su antigua hacienda. Allí viven su hija (espléndida María Molins) y su cuñado, (el tío Vania, el gran actor Xicu Masó). Elemento significativo es el médico, Astrov (gran Andreu Benito), desengañado y refugiado en el acohol hasta la llegada de Yelena, deseada por todos, desencadenante de la ruptura de toda convención asumida hasta entonces en la hacienda. Todo seguirá igual cuando el profesor y Yelena vuelvan a marcharse, pero los momentos vividos desvelarán frustraciones en esos personajes, encerrados en la rutina sin más objetivo que continuar viviendo. Ollé ha visto y admirado Tío Vania en la calle 42, pero aquí estamos ante una gran puesta en escena teatral.