Juan Francés de Iribarren (Sangöesa, 1699-Málaga, 1767) fue un organista y compositor especialmente prolífico. En su catálogo, se contabilizan 975 partituras, sacras y profanas. Músico realmente caleidoscópico, hábil en el tratamiento del texto, fino y variado instrumentador de cuidada línea vocal, supo fusionar elementos de los estilos italiano y español, y obtener una síntesis entre lo galante, lo esbelto y lo moderno, por un lado, y lo austero y más sencillo, heredero de los compositores del Siglo de Oro, por otro.

Iribarren era un magnífico contrapuntista y un melodista nato. En sus villancicos y cantadas en español encontramos arias llenas de íntima poesía y efectos vocales de alto nivel, propios de músicos como Corelli o Vivaldi. En sus obras religiosas, en latín, debido en particular a una cierta aversión a la modulación, como indica en su magnífico texto Luis Naranjo, la escritura se hace a veces repetitiva, incluso rutinaria, más allá de su estupenda factura. Aspectos que apreciamos, aquí y allá, en el Dixit Dominus, en el Salve Regina y en el Magnificat de batalla. Entre las piezas profanas de esta publicación, nos parecen singularmente estimulantes, en espléndida aplicación del 3/4, la jácara Viendo que Gil hizo raya, una de las nueve obras a la italiana que integran el segundo cd.

Muy meritoria nos parece también la interpretación, que dirige David Guindano Igarreta a un flexible Nova Lux Ensemble, desgajado de la Coral de Cámara de Pamplona, y a un reducido grupo de dignos instrumentistas. Los solistas vocales son plausibles, aunque tienen a veces dificultades en las profusas agilidades y muestran alguna que otra destemplanza. Encontramos, entre ellos, a Jesús García Aréjula, barítono lírico hasta hace poco, aquí en misiones y papel de tenor. Con todo ello, es bastante evidente el interés de esta publicación.