En 1970, Plácido Domingo pisó por primera vez los estudios de la EMI, en Londres, para registrar el papel titular de la ópera de Giuseppe Verdi Don Carlo, bajo la dirección de Carlo Maria Giulini. Dicha grabación, que muy pronto se erigió en versión de referencia, supuso el comienzo de una productiva colaboración entre el tenor madrileño y el sello discográfico inglés.
Para celebrar estos seis lustros, EMI ha publicado una caja de treinta y dos discos compactos, a precio medio, que incluye todas las óperas completas grabadas por el artista. La lista comienza por el citado Don Carlo, que abre una serie de magníficos registros realizados en los años 70, destacando muy especialmente aquéllos en los que comparte protagonismo con una esplendorosa Montserrat Caballé: Mefistofele con Julius Rudel, Manon Lescaut con Bruno Bartoletti, Aida con Riccardo Muti (con quien también realizó una de las mejores interpretaciones modernas de Un ballo in maschera) o Giovanna d’Arco con James Levine.
La edición recoge también aquel Fausto con Georges Prêtre que, en justicia, debía haber grabado Kraus (si bien Domingo cumple más que dignamente); la interesante Tosca con Scotto y Levine, y otras versiones que, por una u otra razón, no alcanzan la misma excelencia -si bien no a causa del tenor-: Ernani y la Forza con Muti (donde la encantadora Freni no posee la vocalidad que requieren Elvira y Leonora), Sansón y Dalila con Chung (y una Meier mucho menos sensual aquí que en Kundry) o el Otello de Maazel, inferior al registro con Levine y, sobre todo, al live con Kleiber.
Por último, el simpático Murciélago dirigido por Domingo a un reparto de estrellas (Popp, Seiffert, Baltsa y él mismo), y el bello recital de opereta vienesa con Rudel. Toda una demostración de versatilidad.