Publicada
Actualizada

Como cualquier cadena de ensamblaje industrial, la gran mayoría del cine español que consumimos pasa por un sistema de engranajes y contrapesos. A pesar de que nuestro sistema audiovisual es muy productivo, sacar adelante una película implica arrancar un proceso largo —difícilmente inferior a los dos años— y bastante más rudimentario de lo que podría parecer.

Una vez que el guionista escancia la materia prima de toda película, el guion, es momento de que la maquinaria pesada del sector cinematográfico se ponga en marcha. En España, desarrollo, producción y distribución son procesos interdependientes, sucesivos, complejos; pero no automáticos.

No se alarmen, la industria del cine español goza de buena salud o eso parece decir la inversión de más de 1.000 millones de euros por parte de Netflix para los próximos tres años. Sobre la que su vicepresidente de contenidos en España, Diego Ávalos recalca: "En lo referido al contexto geopolítico convulso, parte de este anuncio es para enseñar nuestro compromiso firme".

Para atender sus cambios hormonales endémicos, bien sea por revoluciones tecnológicas o por la aparición de nuevos agentes, El Cultural ha reunido a expertos para realizar un examen médico a nuestra industria cinematográfica.

A Nacho Vigalondo, por ejemplo, le gusta pensar que cada película podría ser la última, "incluso como método de trabajo creativo, porque si una película es la última, no tienes lujurias en forma de intentar entrar a tal festival, intentar acceder a tal premio o intentar engatusar al público". El director cántabro, que acaba de estrenar Superestar (2025), recalca: "Cada película merece ser la última".

Carlos Areces en el rodaje de 'Superestar'.

El combustible de nuestro sector cinematográfico, como el de cualquier actividad capitalista, es el dinero. "La financiación de las producciones de cine en nuestro país siempre ha sido una mezcla de ayudas públicas y fondos privados" apunta Victoria de Lecea, el presidente de la Asociación de productoras españolas del audiovisual internacional (Profilm).

Este dinero de las administraciones se materializa en forma de subvenciones directas y, como explica el presidente de Profilm, a base de "los incentivos fiscales que también son ayudas, pero indirectas".

"Hay una falta de seguridad jurídica para la productora extranjera que decide desarrollar su proyecto en España". Fernando Victoria de Lecea, presidente de Profilm.

Una prueba de lo fundamental que es la cooperación entre público y privado es la última coproducción hispano-italiana de Alejandro Aménabar, El cautivo. Una película ambientada en 1575 que cuenta la historia del joven soldado Miguel de Cervantes. Un filme de época en el que participan Netflix, RTVE, el ICAA y demás productoras privadas, que fue rodado en parte dentro de los descomunales estudios de la Ciudad de la Luz (Alicante).

El espacio estuvo cerrado desde 2012 hasta 2022 por una sanción de la Comisión de la Competencia de la Unión Europea. El litigio fue iniciado por los estudios británicos de Pinewood, los cuales acusaban a la administración valenciana de dar ayudas ilegales en contra de la competencia. A día de hoy, la infraestructura multimillonaria está tratando de salir a flote.

"La recuperación de la taquilla es posible, pero complicada; las tendencias de consumo han cambiado". Diego Ávalos, vicepresidente de contenidos en Netflix España.

Pero ¿de dónde viene el dinero para todo esto? “España, Hub Audiovisual de Europa, un programa de ayudas públicas que, desde 2021 y hasta 2025, ha supuesto una inyección económica de 1.600 millones de euros al cine español y que tendrá una segunda fase con otra inversión nacional de 1.700 millones. Todo ello con el objetivo de que la industria se recupere tras la caída de los ingresos en cartelera a causa de la Covid-19.

El resultado ha dado lugar a un fenómeno curioso: mientras que la recaudación en salas sigue por debajo de los niveles prepandémicos, el número de producciones nacionales se sitúa en máximos históricos. España es el segundo país que más produjo en 2024 solo por detrás de Italia, según el Observatorio Audiovisual Europeo.

Pilar Castro en el rodaje de 'Furia'.

El ritmo al que avanza el negocio audiovisual es bastante similar al de esa major ficticia comandada por Seth Rogen en The Studio, donde a las 15:00 firmas con Scorsese y al día siguiente arruinas su película. Según apunta Ávalos, uno de los directivos principales de la plataforma roja en nuestro país, el modelo de consumo de los espectadores españoles está cambiando. "La recuperación de la taquilla es posible, pero complicada; las tendencias de consumo han cambiado", asegura.

Más allá de la taquilla y el streaming, no todo es optimismo entre los vigilantes del cine español. A falta del Informe 2025 sobre la industria audiovisual del Ministerio para la Transformación Digital, el último expediente de Profilm acusa una caída del 33,6% en la inversión extranjera en rodajes de 2023 a 2024. Su presidente lo achaca a "la falta de seguridad jurídica para la productora extranjera que decide desarrollar en España su proyecto".

La solución que propone Victoria de Lecea es: "Reclamar una normativa más desarrollada". Una que, como en el resto de Europa, les mantenga a salvo de cambios normativos o de interpretaciones subjetivas.

A ojos de Diego Ávalos, en cambio, la situación parece ser distinta: "El gobierno es un ejemplo a seguir". Según él, los ministerios no solo ayudan del lado de la cultura, sino que colaboran entre sí del lado económico, social o a la hora de cambiar leyes. Todo para que España sea un país más atractivo.

Aunque ambos productores no se pongan de acuerdo, todo profesional del audiovisual ve en España un lugar especial para rodar. No es casualidad que en nuestro país estén las oficinas de Netflix más grandes de toda Europa (Ámsterdam, París, Madrid, Londres y Berlín).

Para Ávalos, el cual ha sido el encargado de dar el visto bueno a proyectos como La sociedad de la nieve (2023) o El cuerpo en llamas (2024), el atractivo de España es una combinación de varios factores. Como son la diversidad de paisajes, las horas de luz, una buena cantidad de infraestructuras técnicas, profesionales muy cualificados y que "desde el punto de vista narrativo, España ha tenido siempre un nivel muy alto".

Aunque no hay que olvidarse de los incentivos fiscales, sin duda uno de los elementos que más inclinan la balanza para las productoras. Las Islas Canarias, por ejemplo, son el destino principal de la mayoría de rodajes internacionales y cuentan con un 45-50% de deducción sobre el primer millón de euros gastado, mientras que el resto de España tiene un 25-30% de descuento.

Según Victoria de Lecea, la llegada de las plataformas ha sido "una revolución, como lo fue en su momento la llegada de la televisión y del DVD/Blu-ray". En un principio, Ávalos señala que se pensaba que no se iba a pagar por historias. "La televisión de pago en España no tenía apenas penetración, además de que había mucha piratería", apunta el vicepresidente de contenidos de Netflix..

Actualmente las plataformas de streaming ya son un agente más de la industria y su colaboración con el resto de participantes del sector será esencial para que España cumpla su objetivo de ser el epicentro de Europa.

No hay que olvidar que todo este gran circuito complejo y enrevesado que mueve millón tras millón, película tras película, solo pretende una cosa: contar buenas historias. Para Nacho Vigalondo, las limitaciones materiales son fundamentales para tener libertad creativa, por ello sus guiones se moldean a medida de las condiciones de sus producciones. "Yo lo que quiero es poder ser feliz y desarrollar, no solo en el papel, un rodaje de calidad donde no tengamos que correr demasiado", subraya el director de Superestar.