Dance First, el biopic del dramaturgo irlandés Samuel Beckett que ha dirigido el británico James Marsh (Truro, 1963), se abre con el célebre comentario que el autor de Esperando a Godot dirigió a su esposa al recibir el Premio Nobel de Literatura: “¡Qué catástrofe!”.

Una sentencia lapidaria que marca el tono lúgubre de una película que opta por ahondar en la desesperanza que marcó la vida y el imaginario de Beckett, distanciándose del humor negro y el anhelo de vivir de su obra.

No es extraño que Marsh –autor de La teoría del todo (2014)– se haya decantado por filmar en un blanco y negro poco saturado su retrato del padre del teatro del absurdo. Cuenta la leyenda que, cuando le pidieron a Beckett que eligiera el color para su lápida, este replicó: “Cualquiera, siempre que sea gris”.

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Escrita por el escocés Neil Forsyth –guionista de un capítulo de la serie Mitos urbanos (2017) que versaba sobre la amistad entre Beckett y el luchador André the Giant–, Dance First toma como hilo conductor la discusión que mantiene el dramaturgo con su propia consciencia acerca del mejor destino posible para la dotación económica del Nobel.

Una ácida conversación que, a la manera de Ciudadano Kane (1941), va dando pie a una serie de flashbacks que ilustran diferentes periodos de la vida de Beckett. Así, en escrupuloso orden cronológico, la película conduce al espectador por la infancia y juventud del escritor en Dublín, marcada por la figura castradora de su madre. Luego, la trama se traslada al París de finales de los años 20 para ilustrar el vínculo entre Beckett y su compatriota James Joyce, quien asume con sorna y estoicismo su decadencia.

Estos pasajes parisinos muestra la inclinación del filme al preciosismo, sobre todo en la recreación histórica, como si los escenarios le importasen a Marsh más que lo propios personajes. Aunque cabe admitir que este episodio contiene la frase más punzante del guion, pronunciada por Joyce: “Debemos escribir peligrosamente, Beckett. Lo imaginativo es lo contrario a lo conciso y claro”.

Pese a que, en su tramo final, Dance First saca partido de la mordacidad del personaje de Barbara Bray, la última amante de Beckett, el filme sitúa su núcleo emocional en la relación del escritor con su esposa, Suzanne Dechevaux-Dumesnil. El largo affair se sostiene sobre las magníficas interpretaciones del irlandés Gabriel Byrne y la francesa Sandrine Bonnaire. Pura alquimia actoral.

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Cruda realidad

En 1965, Beckett dirigió un magnífico cortometraje experimental titulado Film, en el que mostraba a Buster Keaton, ya anciano, deambulando por el ruinoso entorno y el cochambroso interior de un edificio neoyorquino. Entre otros terrores, la película ilustraba el pánico a descubrir la propia vejez reflejada en un espejo.

Por su parte, Dance First, en la que no hay ninguna referencia a Film, emplea los medios del cine más académicos para explorar esa cruda realidad.

Dance First

Dirección: James Marsh.

Guion: Neil Forsyth.

Intérpretes: Gabriel Byrne, Aidan Gillen, Sandrine Bonnaire, Maxine Peake, Fionn O'Shea, Caroline Boulton.

Año: 2023.

Estreno: 15 de diciembre