Mientras el sol aprieta con fuerza en esta mañana calurosa de Barcelona, Woody Allen espera pacientemente sentado la llegada de los medios. Le toca presentación por partida doble: tiene nuevo filme bajo el brazo y además actúa con su New Orleans Jazz Band durante dos días en el Teatro Tívoli. Parece completamente ensimismado, tiene la mirada baja y en cierta manera parece un ordenador a punto de ponerse en reposo. No olvidemos que tiene 87 años. Toda una leyenda.

Pero en cuanto arrancan las preguntas el cineasta neoyorquino se activa inmediatamente y contesta con agilidad, igual no estaba tan ausente como parecía y estaría maquinando alguna idea para una de sus próximas obras.

Comenzamos hablando sobre la vida insatisfactoria que lleva la protagonista femenina de su última película, Golpe de suerte, y nos aclara que hay mucho de él en ese personaje porque en general es una persona crónicamente insatisfecha: “Siempre he querido tener otras vidas, vivir en otras ciudades europeas, haber hecho otras cosas… es algo realmente intrínseco en mí y por tanto es inevitable que aparezca en muchos de mis personajes”.

[Woody Allen, a propósito de casi todo]

Nos encontramos ante la película número 50 de su filmografía. Casi nada. Y parece que, si algo no lo remedia, será también la última. Confiesa “haber perdido un poco la ilusión por rodar filmes que duran poco tiempo en los cines y que a las dos semanas ya se puedan ver en plataformas. Si alguien me da el dinero sin duda haré la siguiente, pero ahora no tengo tanto ánimo ni energía para buscarlo”.

Dentro de su nuevo filme aparecen los sempiternos temas de la suerte y el azar. Y reconoce: “He tenido mucha suerte, en mi vida, en mi familia, en la salud, ¡nunca he estado enfermo!, mi padre llegó a los 100 años, tengo unos hijos increíbles, mucha suerte insisto, he estado en el sitio justo en el momento adecuado”.

Woody Allen posando para los fotógrafos esta mañana en Barcelona delante del cartel de su nueva película Martín Page

Su nueva entrega está rodada íntegramente en francés y en su querida capital parisina que también retrató en Midnight in Paris y desde luego, lo considera un lujo. “Siempre he querido ser un cineasta francés y decidí hacerme este regalo y en versión original. A la gente nos gusta leer los subtítulos. Ha sido muy fácil trabajar en otro idioma, la gente piensa que no pero solamente mirando a los actores ya sabes si lo están haciendo bien, igual que pasó en Vicky Cristina Barcelona en la que dejé que Penélope y Bardem improvisasen toda una escena en castellano y no tenía ni idea de lo que se decían, de hecho, todavía no lo sé. Sentirte un cineasta europeo es maravilloso”.

Respecto al uso tan reconocible que ha dado siempre a la música en sus películas Woody explica que le gusta “utilizar todas esas magníficas melodías de Benny Goodman, Sidney Bechet, Harry James, etc., que, aunque no son mis favoritas, eran las que utilizaban las buenas películas francesas de Truffaut, o la banda sonora que hizo Miles Davis para Louis Malle… Yo simplemente decidí incorporarlo para poder parecerme a ellos”.

El mejor oficio, el de escritor

Después de la publicación de su último libro de relatos Gravedad cero asegura que de momento no tiene pensado publicar nada nuevo “pero si finalmente no hago más películas, probablemente escriba algún libro, más que nada porque la vida del escritor es lo más placentero que existe. No hay riesgo en desperdiciar dinero y es el mejor oficio para hacer en casa relajado y sin que nadie te moleste”.

No olvidemos que el cineasta newyorker ha escrito grandes papeles femeninos premiados con varios Oscar a lo largo de su carrera: Mira Sorvino, Cate Blanchett, Diana West pueden dar cuenta de ello. “Dicen que escribo mejor para las mujeres, pero es accidental. Al principio escribía para mí mismo ya que protagonizaba mis películas y nunca pensé en escribir para otros hombres, y cuando comencé a escribir papeles femeninos me di cuenta de que tenía mucha más facilidad para cosas de mujeres. Y he tenido la suerte de haber trabajado con un número increíble de actrices impresionantes”.

[Woody Allen: “No hay autobiografía en mis películas. Soy mucho más aburrido”]

A pesar de todo, sobre la charla sobrevuela la posibilidad remota de volver rodar. “Tengo una nueva idea para una próxima película y por supuesto no voy a contar nada, pero es de las mejores que he tenido y sería en Nueva York, pero si un país me da el dinero la podría hacer en otro sitio sin problemas. Es tentador si encontrase la financiación -dice-. De todas formas, lo bueno de mis películas es que se pueden trasladar, Golpe de suerte, por ejemplo, transcurría en Nueva York al igual que Match Point, pero al recibir una llamada de Londres diciendo que me la financiaban, pude cambiar un par de cosas y listo”.

Un crimen con suerte

Y respecto a su reciente quinteto fílmico de películas ‘negras’ conformado por Delitos y faltas, Match Point, El sueño de Cassandra, Irrational Man y ahora Golpe de suerte, dice que “las historias son interesantes si hablas de personas tóxicas, tienes que tener villanos, psicópatas, neuróticos, si no la gente se aburriría, esto es lo que hace que la historia sea emocionante”.

Todas son historias basadas en el crimen, la culpabilidad, la impunidad y los sorprendentes golpes del destino, aunque dice que la mejor le salió, con diferencia, es Match Point. “Todo en esa película fue increíble, por ejemplo, Kate Winslet estuvo a punto de hacerla pero desgraciadamente no pudo por sus hijos y, de repente, en tan solo dos días, el destino me regaló a Scarlett Johanson que estaba libre en esos momentos. Todo funcionó sobre ruedas, ella y el resto de los actores actuaban mejor de lo que yo pensaba cuando lo escribí, además si quería que lloviese, llovía. Si quería sol, salía el sol. Fue maravilloso y un inmenso golpe de suerte”.