Algunas de las caracterizaciones de Cate Blanchett en la pelicula

Manifesto, primera película del videoartista alemán Julian Rosefeldt, escenifica conocidos manifiestos artísticos con una Cate Blanchett desatada y caracterizada de hasta 13 maneras diferentes

La videoinstalación Manifesto, del artista alemán Julian Rosefeldt (Berlín, 1965), se presentó en 2015 en el Australia Centre of the Moving Image y desde entonces ha viajado a algunos de los centros y museos de arte contemporáneo más importantes de todo el planeta -continúa con su itinerario en 2018- y ahora llega a salas españolas convertida en un filme de 90 minutos, quizá aprovechando el tirón de contar con la actriz Cate Blanchett como hilo conductor del proyecto o quizá por la absoluta convicción en que su traslación a la gran pantalla era una buena idea.



La obra original, según relataba en El Cultural el crítico de arte Javier Hontoria cuando la visitó en el Museum Für Gegenwart de Berlín, está compuesta por enormes pantallas en las que aparece Blanchett, caracterizada de hasta 13 maneras diferentes en situaciones cotidianas contemporáneas, escenificando conocidos manifiestos artísticos. De esta manera, según Hontoria, la videoinstalación "explora la vigencia -y también la cadencia literaria- de los textos en el marco de los ritmos sincopados de un presente irrespirable".



La versión que se estrena de manera reducida en España este fin de semana consigue igualmente alcanzar ese objetivo y no parece que en líneas generales el proyecto haya mutado demasiado, más allá del soporte del mismo. "Cuando la idea de Manifesto me vino a la cabeza", relata Rosefelt, "a partir de unos artículos futuristas, empecé a leer cada manifiesto que encontraba, incluyendo textos sobre teatro, cine, baile y arquitectura. Fue emocionante descubrir que las mismas ideas aparecían una y otra vez. Y todas ellas, expresadas con energía y un entusiasmo utópico. Todos los manifiestos que leí eran una especie de testimonio sobre la búsqueda de la propia identidad gritada al mundo de forma insegura".



Blanchett, absoluta protagonista del experimento, aparece en pantalla interpretando a una profesora, un titiritero, una presentadora de televisión, un trabajador de una fábrica y un sintecho, entre otros personajes. Todas las palabras que escuchamos, ya sea en off o en escena, proceden de la voz de la actriz y forman parte de escritos futuristas, dadaístas, artistas del Fluxus, supremacistas, situacionistas, miembros del DOGMA 95 y de otros grupos artísticos. Pero siempre fuera de contexto. Sobre Cate Blanchett, el cineasta explica que su idea no era ilustrar los manifiestos en sí, sino permitir que Cate los personificara: "Ella es el manifiesto. Y desde el principio, quedó claro que podía interpretar a 13 personajes distintos en una misma cinta. Tuvimos una agenda de rodaje muy apretada, pero ella mostró su entusiasmo y compromiso desde el primer minuto".



Aunque seguramente a los espectadores no avanzados en materia de arte contemporáneo la película les pueda resultar tediosa -por la ausencia de un esqueleto narrativo y la monotonía del discurso-, el experimento de Rosefeldt contiene en su desarrollo los grados justos de ironía y humor para que la película resulte digerible. En cualquier caso, el trabajo de una arrolladora Cate Blanchett es suficiente justificación para una película que, además, tiene un sentido estético de lo más afilado.



@JavierYusteTosi