Fotograma de 'Una cuestión de honor'.

Fotograma de 'Una cuestión de honor'.

Cine

'Una cuestión de honor': una oda al sincero patriotismo de los inmigrantes

Rachid Hami entrega un drama sobrio y equilibrado sobre la identidad y las relaciones entre hermanos protagonizada por una familia de origen argelino cuyo hijo menor muere en una novatada en el ejército francés

4 agosto, 2023 02:26

En El buscón de Quevedo, el protagonista, Pablos, explica su traumático primer día en Alcalá de Henares como criado de un joven universitario: primero recibe un diluvio de escupitajos en el patio de la facultad y esa misma noche, en medio del sueño, le despiertan con una tunda de palos. "Hechos amigos, vivimos de allí adelante como hermanos", concluye el narrador.

Las infames novatadas, como se ve, tienen una larguísima tradición. El ejército francés, en un vergonzoso eufemismo, las llama "ritual de iniciación". En uno de estos "rituales" muere Aissa Saïdi (Shaïn Boudemine), un joven soldado que acaba de alistarse a la academia militar. Por increíble que parezca, el ejército le niega un entierro en Los Invalides, por no haber caído en combate en tierra extranjera, pero también en un cementerio de la armada. Es un asunto grave ya que Aïssa, licenciado en Ciencias Políticas, no ha acabado en el ejército por no tener donde caerse muerto sino por sincero patriotismo.

La película, magnífica, sobria, compleja y emocionante, tiene la firma de Rachid Hami, cuyos dos títulos anteriores como director (Choisir d’aimer y La mélodie) no se han estrenado en España. En Una cuestión de honor trata un asunto muy personal ya que su propio hermano murió de la misma manera que Aissa. Ha dicho el director: "Existen muchas películas sobre los suburbios parisinos que cuentan historias de personajes que sueñan con dinero, poder y fuerza, gangsters que adoran la violencia. Yo quería hablar de esa mayoría silenciosa en estos barrios, en los que crecí, que aspiran al honor y la dignidad, un sentimiento de pertenencia e integración".

El patriotismo de los inmigrantes

Una cuestión de honor está construida en torno a sucesivos flashbacks. Conocemos la historia de la familia. En los años 90, en plena guerra civil argelina entre el gobierno y los islamistas, la madre decide huir no solo del conflicto, también de un marido abusivo que primero trata de secuestrar a uno de sus hijos y abandonarla. Sin embargo, es ella misma la que acaba dejándolo a él y trasladándose a Francia, donde crecen sus tres niños.

Además de Aissa, el muerto, el otro protagonista es su hermano Ismael (Karim Leklou), un tipo que a sus treinta y tantos no tiene estudios ni un rumbo vital definido. La relación entre ambos contada en esos sucesivos flashbacks se desarrolla en dos tiempos. En Argelia, marcada por la envidia de Aissa sobre Ismael porque su padre quiso huir solo con él. En Taipei, a donde se traslada el futuro soldado, porque uno es el bueno, recto y educado, y el otro el desastre. Queda claro desde el mito de Caín y Abel hasta la canónica Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti, 1960), que las envidias entre hermanos son material dramático de primer orden.

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El otro eje del filme es el patriotismo de Aïssa, que corre paralelo al odio por un padre que desaparece cuando su mujer lo abandona al que identifica con la propia Argelia. El racismo, esa lacra que corroe a Francia desde las entrañas y contrasta de manera trágica con la "gandeur" de sus valores fundacionales, surge como inevitable sospechoso. ¿Por qué Aïssa es el único que muere en una novatada?, se pregunta su hermano pequeño. Si se hubiera llamado Michel seguiría vivo, opina un chaval de la barriada.

"Quería evitar el discurso político", ha dicho Hami, "para centrarme al máximo posible en el cine. Por supuesto, el componente político es esencial, pero quiero enraizarlo en los personajes para evitar el panfleto. Trato de ver la forma en que estos trágicos eventos crean consecuencias en una familia que lleva luchando contra los mismos prejuicios de los que es víctima durante 30 años".

Vemos en Una cuestión de honor un fenómeno frecuente y muchas veces denostado como el patriotismo incluso exacerbado de aquellos ciudadanos que no tienen raíces ancestrales en los países a los que aman con devoción. Sucede de manera común que son ridiculizados como fanáticos de última hora, más papistas que el papa.

Sin embargo, en la película vemos el asunto desde un prisma más interesante y seguramente certero. ¿Puede haber patriotismo más profundo que el de aquel que ama un país no porque haya sido el de su familia durante generaciones, sino porque ha encontrado en él lo que le ha negado el suyo propio? En este sentido, el patriotismo es una forma de bella gratitud, una identificación con los verdaderos valores de Francia no por haberlos heredado sin mérito, sino porque son precisamente estos en los que creen y les han permitido prosperar.