A los músicos les sienta bien el documental. Estamos tan acostumbrados a verlos sobre el escenario que al destapar su lado más oculto y descubrir su condición humana (a veces demasiado humana) nos convertimos en improvisados y obsesivos voyeurs a los que resulta imposible apartar del puesto de observación. Es lo que ocurre con Joaquín Sabina en Sintiéndolo mucho. Parecía que lo sabíamos todo del autor de temas como Y nos dieron las diez o La canción de las noches perdidas hasta que Fernando León de Aranoa se le ocurre abrir de par en par un mirador para seguir su rastro durante trece años (más como amigo que como director), consiguiendo un completo retrato del de Úbeda, si es que tal cosa fuera posible en una mente tan genial, imprevisible y escurridiza como la de Sabina.

Con música de su ya inseparable Leiva, recorremos así las geografías que han construido al ser humano y al creador. “No hay fingimiento. No hay personaje. Esta debe de ser una de esas pocas oportunidades en las que el documentado es menos pudoroso que el documentalista”, reconoce Aranoa.

Con el mismo pudor, pero no con menos curiosidad, continuamos observando a otro de los grandes representantes de nuestra canción de autor. La dimensión de José Antonio Labordeta se nos aparece en su plenitud en Un hombre sin más, verso extraído de su hermosa canción Ya ves. Todas sus facetas, la de padre de familia, la de político y la de músico son tratadas con nada contenida emoción por su hija Paula y Gaizka Urresti.

Exhiben alta tensión melancólica en las secuencias con su mujer Juana de Grandes y sus hijas, encuentros que tejen el documental con hilos y claves invisibles pero que nos muestran a un Labordeta íntegro que no fue, digámoslo claramente, “un hombre sin más”. Ya solo por Canto a la libertad se merece un lugar privilegiado en nuestra cultura y, sin pecar de grandilocuencia, en nuestra historia. Atención al punto final porque el movimiento de cámara de los directores dinamita el espacio-tiempo para sorprendernos con una milagrosa resurrección...

[Un país para escucharlo (en directo)]

Cerramos nuestro puesto de observación con el testimonio de Álvaro Longoria sobre una de las bandas que propulsó el rock en nuestro país. Ariel Rot y Alejo Stivel son los culpables de la formación de Tequila, esos Rolling Stones con acento argentino que, además de divertirse (y divertirnos) con canciones como Rock and roll en la plaza del pueblo o Salta, no quisieron desperdiciar la ocasión de caminar por lo que Lou Reed inmortalizó como el “lado salvaje”. Jugoso contenido por sus revelaciones pero también por la leyenda que merecidamente conquistaron los cinco miembros de la banda. Longoria pone este trabajo a la altura de documentales como Hijos de las nubes o Santuario y graba a fuego un nuevo canto a la libertad.