Fotograma de Ha nacido una estrella

Protagonizada por una sensacional Lady Gaga, Bradley Cooper dirige brillantemente y coprotagoniza este remake de Ha nacido una estrella, como ya hicieron anteriormente William A. Wellman y George Cukor, en una versión monumental, fastuosa e inolvidable.

Es fácil despreciar a Hollywood con sus eternas franquicias de superhéroes, sus comedias puritanas y bobas o su tendencia a hacer un remake detrás del otro de películas que ya en su origen no eran demasiado buenas. Hay algunos, sin embargo, que sí tienen sentido. Del mismo modo que lo tiene que los lectores de hoy hagan lecturas nuevas de los clásicos de la literatura o que las obras de Sófocles se sigan interpretando y reinterpretando en teatros de todo el mundo. Hay historias, como algunas melodías, que trascienden su época y que no permanecen vivas como momias sino que incluso piden a gritos que cada cierto tiempo alguien les dé brillo y nos las vuelva a contar de otra manera porque en su propia simiente se encuentra algo profundo y universal sobre el ser humano. Y hay un tipo de película musical que quizá solo Hollywood sabe hacer y que, desde luego, cuando lo borda, es sublime.



Es lo que sucede con Ha nacido una estrella, película dirigida por el distinguido actor Bradley Cooper, coprotagonista en su mejor trabajo hasta la fecha, remake de un filme primigenio con título homónimo que data de 1937 en el que Janet Gaynor se pone en la piel de la joven que acabará comiéndose el mundo. Es posible que ver la evolución de la historia dé para varios análisis sociológicos. En aquella primera película dirigida por William A. Wellman, escrita por nada menos que Dorothy Parker, Gaynor lleva trajes que le tapan hasta el tobillo y se convierte en una estrella de musicales. La narrativa del filme queda perfectamente establecida. Un artista famoso maduro (en este caso un actor interpretado por Fredric March) con problemas con el alcohol y para sobrellevar su propia popularidad siente un flechazo por una joven con un talento descomunal para cantar y componer canciones. Se enamoran, ella se hace famosa y él se hunde en la desesperación. Probablemente, la versión más popular sea la de los años 50, con una Judy Garland en plenitud de facultades bajo la dirección de George Cukor. Y aun hay otra, de 1976, con Kris Kristofferson y Barbra Streisand en la que la estrella ascendente ya no triunfa en los musicales sino en los grandes festivales de música.



En su versión, Bradley Cooper juega con una carta mágica: Lady Gaga. Y lo digo yo que debo confesar que hasta la fecha la he encontrado por momentos demasiado intensa. La cantante neoyorquina está sencillamente sensacional en su nueva encarnación de esa jovencita llena de talento, ilusión y esperanzas que logra su sueño pero por el camino pierde al hombre que ama. Los tiempos mandan y Gaga no lleva sofisticados sombreros como Garland ni botas de montar a caballo como Streisand en pleno furor folk y se convierte en lo mismo que ya conocemos, estrella del pop. El cine de Hollywood tiene una larga tradición de hacer películas fantásticas que reflejan el propio mundo del espectáculo (algo que en España se hacía poco y mal hasta la llegada de Paquita Salas) y Cooper se luce reflejando con atención y detalle cada aspecto de una industria que no sale tan mal parada como su propio personaje, un hombre incapaz de enfrentarse a la vida que no sabe encontrar su lugar cuando deja de ser la estrella y el foco ilumina a su mujer.



Ha nacido una estrella es una película sobre el mundo del espectáculo y es una parábola moderna sobre la obsesión por triunfar y el papel de la fama en nuestra sociedad. Desde los años 30, ese poder de Hollywood no solo no ha disminuido sino que ha aumentado y la obsesión por la celebridad ha alcanzado niveles supersónicos insólitos en la era moderna. Pero la película habla de otros asuntos. Habla de la forma en que las relaciones sentimentales tienden inevitablemente hacia el vampirismo y de las personas que descubrimos que podemos llegar a ser cuando la vida nos pone ante situaciones insospechadas. Dirigida por Cooper con un inmenso amor por sus personajes y lo que cuenta, las sensacionales canciones de la diva del pop y del propio actor y director son la guinda de un filme monumental, fastuoso e inolvidable. No lo duden, se llevará todos los Oscar.



@juansarda