Tye Sheridan y Mark Rylance en Ready Player One

Decía el poeta romántico alemán Hölderlin que el ser humano es un Dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona. Algo de eso hay en Ready Player One, el "gran regreso" de Steven Spielberg al terreno del blockbuster después de películas más "serias" como Lincoln (2012), El puente de espías (2015) o la muy reciente Los archivos del Pentágono (2017) sin olvidar filmes como Mi amigo el gigante, que bajo una apariencia de cine infantil escondían refinados ejercicios autorales. Ready Player One es y se anuncia como Spielberg haciendo del mito Spielberg, el hombre que reinventó el cine de acción y aventuras con muchos efectos especiales y, más que triunfar en los 80, se convirtió en su símbolo.



Fastuosa, muy sofisticada, divertidísima y filosóficamente cien por cien coherente con el cineasta, Ready Player One es un castillo de fuegos artificiales que deslumbra al espectador con un espectáculo que no da tregua. Cuenta la doble vida de Wade en el mundo real y Parzival en el virtual, un adolescente con una vida familiar difícil que no es el más popular del instituto pero sin embargo se convierte en un héroe de dimensiones épicas en cuanto toma los mandos de OASIS, un videojuego de realidad virtual hiperrealista que tiene a la humanidad fascinada. Maestro a la hora de manejar el joystick, Wade/Parzival lucha por encontrar un huevo de pascua que le hará heredero de la inmensa fortuna del multimillonario creador del arcade.



Wade es un Dios cuando juega y se convierte en Parzival y un mendigo cuando debe afrontar los peligros y miserias de su difícil circunstancia personal. Mientras en una dimensión vive trepidantes aventuras, en la otra lidia con su orfandad, la tía que le cuida y sobre todo sus insoportables novios. Sabemos que la adolescencia es una época que siempre ha interesado al director, famoso por películas en las que aborda esta época de la vida como la propia E.T. (1982), El imperio del sol (1987) o Caballo de batalla (2011). El cineasta es un especialista en reflejar lo que podríamos llamar "el asombro" o esa emoción irrepetible que tenemos respecto al mundo cuando somos muy jóvenes.



Parte de la crítica está diciendo que Ready Player One es una obra maestra. No lo es. Tampoco es una de las cinco mejores películas de un autor como Spielberg, hacedor de algunas de las más valiosas joyas de la cinematografía mundial de las últimas décadas. Hiperentretenida y visualmente sensacional, la película es una defensa acérrima de la imaginación y la fantasía como no podía ser de otra manera viniendo del director de Parque Jurásico (1993). Sus 140 minutos pasan veloces como un rayo pero se echa también de menos que el cineasta profundice un poco más en su personaje principal en una producción que está demasiado al servicio de la pirotecnia.







@juansarda