Cine

De hitos, genios y subversiones

Lo mejor de 2014: Cine internacional

26 diciembre, 2014 01:00

Especial: Lo mejor del año

Richard Linklater ha filmado el tiempo bajo coordenadas insólitas, y el resultado, Boyhood, marca un hito fílmico sin precedentes. También la estereoscopía de Godard, la poesía de Jarmusch y Alonso y la subversión de Giraudie.

1. Boyhood

Richard Linklater

Concebida como un filme monumento pero desde la prosodia de la fragmentación, Boyhood es una película en torno al paso del tiempo con la rara virtud de declararse firmemente antinostálgica. Su inequívoca moneda de cambio es la magnitud del instante perpetuamente muriendo y naciendo. Un trabajo conjugado en presente del indicativo, por tanto, que abarca doce años de rodaje para mostrarnos el relato del crecimiento y del envejecimiento: el de los actores, los personajes, la película y, en última instancia, el propio espectador. Nos sobrecoge comprobar cómo la calidez de Boyhood -queremos habitarla y no salir de ella- solo es comparable a su inclemente certeza: la vida es un argumento invisible. Linklater demuestra que el cine también puede serlo.

2. Jauja

Lisandro Alonso

Haciendo tábula rasa con el cine que le precede -La libertad, Los muertos, Fantasma y Liverpool-, fabricado con largos silencios y ventanas contemplativas, el argentino Lisandro Alonso viajó a la Patagonia acompañado de una estrella como Viggo Mortensen para filmar un western de carácter sobrenatural, un episodio histórico tan cruento -la masacre de Indígenas por el ejército argentino en el siglo XIX- como desconocido en la pantalla. La palabra (en danés y en español) toma el discurso de la película, que pronto cede al físico de un hombre desesperado en busca de su hija, tragado por el desierto -la mitológica tierra de Jauja-, para cruzar finalmente al otro lado del espejo donde el onirismo y la magia se expresan en poética libertad.

3. Adiós al lenguaje

Jean-Luc Godard

Una película que nace para ofrecer nuevos sentidos perceptivos al séptimo arte, que dice adiós a un lenguaje antiguo para mostrarnos (con evidencias) uno nuevo. Una película que a pesar de no haberse podido ver en salas españolas tal y como la concibió su director (esto es, en 3D), sigue alumbrando senderos que parecen propulsar el cine diez años por delante, tanto narrativa como formalmente. Algo así ocurre cada vez que el genio Godard estrena una película, de ahí la condición lunática y alienígena de sus propuestas para la inmensa mayoría de los espectadores. Adiós al lenguaje es la culminación de una vanguardia, un poema visual y también un criptograma subversivo, el contenedor de las máximas godardianas que, a día de hoy, nos ayudan a desentender un mundo acaso tan impenetrable como el misterioso genio del cine contemporáneo.

4. El desconocido del lago

Alain Guiraudie

Lo más cómodo es colgarle una etiqueta a aquello que no acepta categorización alguna. Diríamos entonces que el largometraje del "desconocido" Alain Guiraudie es una trama erótico-criminal en el contexto de la subcultura gay. El filme propone una aventura cinematográfica inmune a cualquier intransigencia, un thriller físico y emocional que transcurre en un solo espacio -un lago que es un paraíso del cruising-, para combinar perturbadoramente la lascivia y el crimen, el calor y la pasión, la avaricia y el sexo. Pocas veces diremos con tanta certeza que estamos frente a una película genuinamente insólita (hipnótica) en su planteamiento y en su ejecución. En su belleza habita la perversión.

5. Solo los amantes sobreviven

Jim Jarmusch

Esta película trata sobre vampiros (lo eterno) y sobre roqueros (la melancolía). Roqueros y vampiros que se suman a la fauna de outcasts y renegados sociales que pueblan, y habitan, la obra de Jarmusch. En la tensión donde se confrontan lo sobrio y lo ridículo encuentra el gran cineasta indie la formulación de lo cómico, el humor mundano que trasciende su cine. El autor de Dead Man convoca el lirismo metafísico de aquella obra maestra en el fresco de una comedia vampírica bañada en romanticismo y superpoblada de cultismos. Una fábula con colmillos existencialistas.