Ocupaba la habitación 415 del Hotel María Cristina de San Sebastián. Las vistas, que dan a la plaza Okendo y al Teatro Victoria Eugenia siguiendo por el paseo de Salamanca, casi ofrecen las salpicaduras del mar. Con este paisaje como telón de fondo, pasó cinco días en la ciudad. Sus últimos días. Nadie desconocía su frágil estado de salud. Estaba enferma y no lo ocultó. Se encontraba débil y se notó. Pero eso no impidió que Bette Davis mostrara su figura de diva. Comenzaban así los últimos días de una vida curtida por la experiencia. Sus arrugas no eran arrugas al uso, eran como los aros de la corteza de un árbol que te cuentan su edad. Su experiencia. Su vida. El frenético ritmo que sus delgadas piernas tuvieron que soportar. Y como no, el cigarro humeando entre sus labios. Siempre. Era 1989.



Estos últimos días que pasó en la ciudad son los que el canal TCM ha reconstruido en el documental El último adiós de Bette Davis que dirige Pedro González Bermúdez. Para el mismo han contado con los testimonios de diversos testigos, ayudantes y colaboradores del Festival en aquella época y el resultado se estrena este martes en el Festival de San Sebastián. 25 años después de su muerte, la diva que se popularizó por su maestría a la hora de interpretar personajes antipáticos, sigue viva. ¿Cómo preparó su despedida? Estando en San Sebastián enfermó de gravedad no pudiendo ser trasladada a Estados Unidos de modo que la trasladaron a un hospital americano de Francia. Allí murió. Su último acto público fue al recibir el Premio Donostia en el año 1989, tal vez, uno de los momentos más históricos que haya vivido el Festival que ahora dirige José Luis Rebordinos. El Hollywood clásico quedaba así huérfano.



Se rinde así homenaje a la figura y actriz ganadora de dos Premios Oscar (Peligrosa, 1935 y Jezabel, 1938). Pedro González Bermúdez, ganador en 2012 del Goya al mejor cortometraje documental por Regreso a Viridiana, firma el guion junto a Juan Zavala. En el mismo se recogen testimonios de Diego Galán, director de Festival de San Sebastián en 1989, Jaime Azpilicueta, director escénico que trabajó con Bette Davis planificando sus apariciones, Pilar Olascoaga, secretaria general de la cita donostiarra y diversos periodistas y fotógrafos. Además, el mosaico se completa con la colaboración de Kathryn Sermak, asistente personal de la diva y acompañante en ciudad guipuzcoana. Desde que Davis muriera su asistente no había vuelto a aquella suite del Hotel María Cristina y ahora lo ha hecho para contar su experiencia y sus años junto a una de las más grandes estrellas del Hollywood clásico. Alguna novedad habrá encontrado en las vistas: El Kursaal que se inauguró en 1999, 10 años más tarde de la muerte de la diva.