¿Es la ciencia un terreno propicio para el humor? ¿Puede arrancar carcajadas un ámbito que asociamos al rigor, a los gráficos de barras y a los microscopios? ¿Puede reírse con un chiste de científicos alguien que no tenga ni idea de ciencia, es decir, la mayoría de nosotros? Cabría pensar que no, y que, especialmente en España, el sector no está ni ha estado nunca para bromas (como relata el historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron en su recién publicado El país de los sueños perdidos). Pero Tom Gauld (Aberdeenshire, Escocia, 1976) lleva varios años demostrando que sí, con su tira cómica semanal en la revista New Scientist, y ahora recopila 150 de ellas en El Departamento de Teorías Alucinantes, un libro desternillante que publica Salamandra Graphic.

Con su estilo extremadamente sencillo y aun así inconfundible, capaz de dar expresividad a meros monigotes, Gauld ya le sacó punta a los tópicos y a los aspectos más ridículos del mundillo literario, que satiriza en sus tiras para The Guardian (recopilados en En la cocina con Kafka por la misma editorial). Ahora le toca el turno al mundillo científico. Su mirada, en este caso, es la de un completo lego en la materia y precisamente por eso el resultado es incluso más gracioso.

Gauld tira de tópicos de ciencia-ficción como el robot desmadrado y los viajes en el tiempo, hace chistes sobre la velocidad a la que se pelea el musgo con el liquen y sobre posibles versiones alternativas del rover Curiosity, subraya clichés como el del inventor despistado o la imposibilidad de que los familiares de un científico sepan en qué consiste su trabajo, y le sobran cartuchos para criticar los recortes de financiación que sufre la ciencia. Es el regalo perfecto para ese primo biólogo que encadena contratos precarios de investigación y un homenaje a la ciencia (porque la sátira, en el caso de Gauld, nace de una mirada cariñosa), ahora que todo el mundo vuelve su mirada hacia los científicos deseando que nos saquen de esta lo antes posible.

Pregunta. ¿Qué sintió cuando le encargaron hacer una tira cómica semanal sobre ciencia para New Scientist?

"Los artistas y los científicos tienen mucho más en común de lo que esperaba. A menudo estamos bastante obsesionados con minucias que a la mayoría de la gente no le importan"

Respuesta. He estado haciendo ilustraciones ocasionales para artículos en la revista New Scientist desde que me convertí en ilustrador a principios de la década de 2000. Luego, en 2013, le mencioné casualmente al director de arte que si alguna vez querían una tira cómica semanal sobre ciencia, estaría feliz de intentarlo. Sorprendentemente, dijo que sí de inmediato. Mi primer pensamiento fue una especie de pánico porque sabía muy poco sobre ciencia y necesitaba educarme o sería una vergüenza para la revista. Así que seguí a los científicos en Twitter, me suscribí a algunos podcasts y comencé a leer artículos y libros científicos con regularidad. Ahora me mantengo al día de todas estas cosas, no tanto para aprender los detalles de la ciencia actual, sino para poder encontrar posibles temas para mis tiras.

P. ¿Qué ha aprendido con este proyecto?

R. Cuando comencé, me preocupaba que tuviera problemas para representar a los científicos en las caricaturas, porque imaginaba que sus vidas eran muy diferentes a la mía. Pero me he dado cuenta de que los artistas y los científicos tienen mucho más en común de lo que esperaba. Por ejemplo, a menudo estamos bastante obsesionados con las minucias de algo que la mayoría de la gente no entiende o no le importa. A veces publico una caricatura literaria en Twitter, tal vez una sobre la publicación de una novela, y algunos seguidores científicos dirán "es así cuando publicamos artículos científicos".

P. En su libro En la cocina con Kafka queda claro que sabe mucho sobre literatura. Aquí su actitud es diferente: como no es un experto en ciencia, hace bromas con los clichés que todos tenemos en mente cuando pensamos en ciencia, así como en situaciones de ciencia ficción, y de ahí surge el humor. 

R. Sí, es divertido jugar con los clichés, y también lo es la brecha entre la idea altisonante de la ciencia como un sistema perfecto para comprender el mundo y la realidad de las debilidades humanas cotidianas y los fracasos de los científicos humanos reales. El humor tiende a provenir más a menudo de cosas que salen mal que de las cosas que salen bien, por lo que hay muchos experimentos fallidos en el libro. También me interesa subvertir el lenguaje serio y las infografías de la ciencia para contar historias divertidas. No quiero que mis lectores semanales sepan qué esperar, así que trato de recorrer las distintas áreas de la ciencia, pero también trato de encontrar diferentes formas de ver la ciencia.

P. Los chistes sobre virus ahora se leen como profecías cumplidas. Por ejemplo, el primero de todos, sobre "libros de ciencia con poca salida", muestra uno titulado Virus y enfermedades que podrían propagarse cualquier día. ¿Eligió esta tira para abrir el libro por este motivo?

R. Mi editor sugirió que pusiéramos esa caricatura en la primera página porque le pareció divertido comenzar con una viñeta sobre libros impopulares, así que supongo que dice más sobre su punto de vista irónico sobre la edición que sobre la ciencia. Todas las tiras cómicas fueron elegidas mucho antes de que apareciera el coronavirus. También hay una sobre el desinfectante de manos que hoy cobra un sentido distinto al que tenía cuando la hice hace tres años.

P. Algunas tiras tratan sobre los recortes de fondos en la ciencia. En España es una situación especialmente preocupante. ¿Cómo es en el Reino Unido?

R. Siempre hay alguien que ve recortada su beca o su subvención, pero creo que las cosas han ido a peor recientemente y creo que el Brexit tampoco será de mucha ayuda. Una cosa buena que quizá surja de la pandemia es un mayor respeto y conciencia de la importancia de la investigación científica.

"Una cosa buena que quizá surja de la pandemia es un mayor respeto y conciencia de la importancia de la investigación científica"

P. En sus chistes a menudo mezcla la ciencia real con la ciencia ficción. ¿Cree que es esta última la que despierta vocaciones científicas durante la infancia para la mayoría de científicos? ¿Qué debe la ciencia real a los libros y películas de ciencia ficción?

R. Sí, he escuchado a muchos científicos hablar de que la ciencia ficción es su droga de entrada a la ciencia real. Me imagino que la relación se convierte en algo de amor-odio para los científicos: a veces es una forma útil de abreviar y otras veces crea estereotipos molestos. Para mí, la brecha entre el gran espectáculo de una película de ciencia ficción y la realidad de la acumulación precisa y cuidadosa de hechos que es la ciencia real genera un buen desajuste en el que encontrar el humor.

P. Con solo unas pocas líneas y sin facciones en la cara, usted logra que sus personajes resulten expresivos. Por ejemplo, un ligerísimo cambio en la posición de la cabeza revela un cambio en su estado de ánimo. ¿Cómo trabaja para conseguir eso?

R. Desarrollé este estilo simple porque siempre he sido malo dibujando personas, y era mucho más feliz dibujando figuras de palitos y caras gráficas simples. Pero cuando has reducido las cosas al mínimo, las cosas que te quedan se vuelven más importantes y el lector les presta más atención. Entonces, un gesto muy pequeño, que podría perderse en un dibujo más realista, puede brillar. Paso mucho tiempo dibujando y redibujando las viñetas de un cómic, tratando de poner todo en el lugar correcto.

P. Tanto los científicos como los no científicos pueden comprender y disfrutar estos chistes. ¿Cómo logra ese equilibrio?

R. Encontrar ese equilibrio es algo en lo que pienso mucho tanto en mis tiras literarias como científicas. No quiero hacer chistes que solo sean divertidos para los profesores y hagan que todos los demás se sientan excluidos. Creo que no tener una educación científica formal me ayuda a juzgar el nivel. Además, cuando incluyo conceptos científicos reales o lenguaje técnico, trato de usarlos para ayudar a preparar la escena, más que como una parte vital de la broma. Mi ideal es que la broma funcione para todos, pero podría haber un pequeño regalo extra para aquellos que están al tanto de la ciencia real.