Image: Viajar con cabeza

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Ciencia

Viajar con cabeza

La Sociedad Española de Neurología considera que viajar nos hace más felices y previene las enfermedades degenerativas

4 agosto, 2016 02:00

Ilustración del viaje de Ulises en La Odisea (Homero)

Un viaje en tren, descubrir un paisaje nuevo, percibir olores distintos, conocer gente, leer el plano de una ciudad, hablar otro idioma, estar alerta ante lo desconocido… No hay duda, según la Sociedad Española de Neurología una forma de mantener el cerebro activo y sano es viajar. Ahora que las vacaciones entran en su apogeo estival podemos decir que cambiar de geografía, de estímulos, de emociones, de costumbres y decir adiós al sedentarismo y a la rutina es bueno para nuestro cuerpo, en especial para el cerebro. La ciencia ha demostrado que el viaje lo vuelve más plástico, más creativo, nos da más capacidad para comprender, aumenta la felicidad, disminuye el estrés y lo hace más resistente a las enfermedades neurológicas. ¿La receta? Novedad, variedad y desafío. Por eso, como escribió Cavafis, "desea que el camino sea largo, lleno de aventuras y conocimientos". Tengamos siempre Ítaca en nuestra mente.

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2015 los españoles realizamos 175,5 millones de viajes, de los cuales algo más de un 47%, fueron durante las vacaciones de verano. Además de que estos períodos nos permiten cambiar nuestra rutina, reponer fuerzas o descansar, también son una oportunidad para mantener sano nuestro cerebro, sobre todo si dedicamos nuestro tiempo libre a estimularlo. Y, en ese sentido, viajar es una actividad altamente recomendable.

Son numerosas las investigaciones que sugieren que cualquier aprendizaje que entraña un desafío ayuda a desarrollar las conexiones neuronales. Así, cuando aprendemos cosas o llevamos a cabo actividades nuevas, estamos entrenando el cerebro, provocando diferentes sinapsis -conexiones entre neuronas- y así potenciamos nuestra neuroplasticidad y mejoramos nuestra reserva cognitiva.

"Al contrario de lo que se creía, nuestro cerebro va cambiando a lo largo de la vida, que es lo que se conoce como neuroplasticidad. Las neuronas pueden crear conexiones, incluso se pueden formar nuevas neuronas, pero para ello es clave entrenar y estimular nuestro cerebro. Y hay tres elementos clave para hacerlo: enfrentarlo a la novedad, la variedad y el desafío. Viajar cumple con los tres", señala el doctor José Manuel Moltó, Vocal de la Sociedad Española de Neurología.

Puesto que la rutina es mala consejera para nuestro cerebro, viajar y enfrentarse a nuevos lugares, sensaciones, olores, sonidos o sabores hace que lo obliguemos a usar todas sus capacidades. "La rutina a veces es necesaria. Simplemente supone que menos áreas cerebrales se estimulan. Pero no por ello es mala. No podemos vivir permanentemente en una situación de hiperactivación cerebral -explica Manuel Moltó-. Cuando viajas a otro lugar, sobre todo si éste es desconocido para ti, estás obligando a tu cerebro a estar en continuo proceso de solución de problemas y de superación de desafíos. Viajar requiere, principalmente, aprender y memorizar todo lo extraño hasta que todo resulte normal y conocido. Esto es un entrenamiento acelerado".

La necesidad de adaptarnos a nuevas sensaciones -lingüísticas, visuales, aromas, sabores,…- aprender nuevas calles, hacer un mapa mental del lugar en el que estás, comunicarte en otro idioma, etc. son algunas de las actividades que lo estimulan, que lo vuelven más plástico, más creativo, y nos dan, según el doctor Moltó, más capacidad de comprender: "Es importante entrenar y estimular el cerebro porque, con el tiempo, un mayor número de conexiones implica una mayor reserva cognitiva, lo que permite que sea más resistente al deterioro de la edad o a los síntomas de las enfermedades neurológicas. Además, cuanto más rica sea nuestra vida y cuantas más experiencias distintas tenemos, más posibilidades hay de que alcancemos una edad con un cerebro sano".

Viajar también tiene otros beneficios que impactan en nuestra salud cerebral. Hacer ejercicio físico, participar en actividades sociales o realizar actividades intelectuales, son aspectos que han demostrado beneficios para la salud cerebral en todas las edades, incluso en pacientes que ya presentan una enfermedad neurológica. Señala Moltó que cuando viajamos caminamos más, hacemos excursiones o estamos más tiempo realizando algún tipo de deporte: "También dedicamos más tiempo a la lectura, a realizar actividades culturales o a realizar otro tipo de actividades en grupo". Por todo ello, se ha demostrado científicamente que viajar aumenta la felicidad y disminuye el estrés, generándose así un cúmulo de emociones positivas que fortalecen nuestras redes neuronales, todo lo contrario a lo que ocurre cuando sufrimos episodios estresantes.

Pero no para todo el mundo viajar es beneficioso. Según el doctor Moltó algunas personas se estresan ante el viaje: "Hay quienes toleran mal los viajes y hay circunstancias, como es el caso de los refugiados, en los que viajar puede ir asociado a altas dosis de estrés. Hablamos del viaje por placer, de turismo. En ese caso sí resulta relajante".

Para el vocal de la Sociedad Española de Neurología cultivar el cerebro es un buen antídoto contra las enfermedades degenerativas: "Sabemos que las personas con mayor bagaje educativo y cultural tienen un mayor número de conexiones, que es lo que hace que se reduzca el riesgo de ciertas enfermedades o de retrasar su aparición". Sin embargo, concluye, no estamos ante remedios mágicos: "Hay muchos otros factores, como los estilos de vida, que pueden influir negativamente sobre nuestro cerebro y acabar provocando estas enfermedades. Si el cerebro está en buena forma todo nuestro organismo lo estará también".

Y así, sabios como nos hemos vuelto, es hora de regresar a la Itaca de nuestra mente viajera y recordar todas las aventuras y conocimientos. Con esa experiencia, es hora de comprender lo que significan ya y para siempre las ítacas.

@ecolote