Segundo asalto a la cartelera madrileña de este tímido septiembre teatral que todavía no ha despegado del todo. Pruebo con un conocido y estupendo actor, también cantante, que se ha lanzado al ruedo de la autoría y dirección escénica, Jorge Usón. Su obra, La Tuerta, la acoge la sala Jardiel Poncela del municipal Teatro Fernán Gómez, destinada a pequeños espectáculos o, como es el caso, tentativas de eso.

Otra vez estamos frente a un unipersonal, ahora protagonizado por la actriz María Jáimez. [Y aquí me salgo de esta producción, que poca culpa tiene de que los teatros públicos, tan cómodamente financiados, no sean más ambiciosos en sus programaciones y rompan con la tendencia del abusivo número de monólogos que programan. ¿No están acaso para dar trabajo a los actores? ¡Más elencos engrosados en los escenarios! Con primeros y segundos actores, secundarios a porrillo, niños y ancianos, figurantes…]

Pero siguiendo con La Tuerta… ¿de qué va? Es difícil saber qué diablos quiere contar este batiburrillo de imposible progresión dramática en torno a un personaje de máscara 'clown', barroco y expresionista en sus formas, apariencia de dama o menina velazqueña, que se queda tuerta víctima de un lance de amor y jura vengarse en todas las vírgenes tuertas que le sucedan, o algo así. En la segunda parte, es una “tuerta” contemporánea, bailarina para más señas, y nos cuenta dos historias de seducción, tan aburridas y vanas como la primera.

['La Tuerta': llorar con un ojo en el Siglo de Oro]

La aparente fábula está salpimentada con textos dispersos de aquí y allá (inspiración de Ann Sexton, cuenta Usón en las revistas, aunque cuesta descubrir su espíritu) integrados de aquella manera, con su momento flamenco que no puede faltar, algún tópico feminista que se contradice con el comportamiento vulgarote y avasallador de la bailarina en sus ligues amorosos. A veces se intenta un humor tosco, sin procedimiento cómico, al que no le vi la gracia pero que, para mi sorpresa, arrancó algunas risas a un aforo amigo y entregado la noche del estreno.

La vaguedad y sustancia del texto hacen que María Jáimez, que tiene presencia y energía y un control corporal entrenado, no pueda vehicularlo en escena para su lucimiento. Eso sí, sale arropada con unos mimbres exquisitos, especialmente el juego de iluminación de Juan Gómez Cornejo, que consigue conducirnos del sueño a la realidad, sugerir decorados que no existen (momento río, por ejemplo) y preciosas sombras chinescas. Y la música también fabulosa de Mariano Marín y Torsten Weber, confeccionada a partir de una selección delicatessen del propio Usón con Schubert, Chopin, Vivaldi y la guitarra flamenca de Adán Carreras.

Con este montaje Usón quiere probar el código expresionista y grotesco del autor y director José Troncoso, con el que colaboró en la estupenda Con lo bien que estábamos (Ferretería Esteban) y donde él brilló como intérprete. Pero es este un código complejo que no puede limitarse a pura forma sin fijar qué se quiere contar. Una pena que tanto esfuerzo no tenga recompensa.

La Tuerta

Teatro Fernán Gómez. Hasta el 24 de septiembre

Texto y dirección: Jorge Usón

Intérprete: María Jáimez

Iluminación: Juan Gómez Cornejo

Música: Mariano Marín y Torsten Weber

Escenografía: Alejandro Andújar

Caracterización y postizos: Ana Bruned

Producción: Nueve de Nueve