Acción de asalto al arte nº4, París, 2007

En su nueva individual Kepa Garraza (Berango, 1979) retoma su habitual cuestionamiento irónico de los discursos en torno a los mitos del Arte. Ya en series previas, los óleos realistas del vizcaíno discurrían acerca de aspectos relacionados con tal asunto, cuestionando la mitopoiesis del artista maldito o la fragilidad de la verdad histórica del Arte. Igual que antes revisara la idea de la imagen violenta, procurando la desacralización de su halo hiperdramático, hollywodiense. Así, en obra anterior, la maleabilidad de los conceptos relacionados con lo sublime, las herencias románticas en la vida y el arte, mediante la escritura de la Historia, y la influencia cada vez más absoluta del veredicto de los Media en su redacción, han venido siendo sometidos en la obra a burla, a sátira, sin propuesta moralizante a cambio.

Quizá podría verse en esta serie tal respuesta. En estos lienzos de factura clásica -y, por ello, cómica- se inventa a un hipotético grupo terrorista, el B.I.D.A. (Brigadas Internacionales para la Destrucción del Arte) cuyos objetivos tienen siempre que ver con el mundo del arte: obras -como El David de Miguel ángel, El Guernica…-, artistas -como Hirst- o pinacotecas, aparecen destrozados, secuestrados y protegidos por policías. A su lado, portadas de las principales publicaciones internacionales recogen las andanzas de tal organización.

Tanto de necesario como de innecesario hay en la propuesta. La contradicción burlesca en la que se agita. Esa provocación que sustenta los mismos valores que parece cuestionar. Quizá sólo asumiendo el lenguaje del contrario, se pueda dar un giro al al rumbo trazado por los renglones de la Historia escrita. Innecesario dilucidar si fracasa o triunfa: la quema presentada es un divertido y polo imantado. Representación que acaso algún día imitará la vida.