Sin título (serie Rejillas), 2004

Chus García-Fraile se mantiene fuertemente arraigada a esa corriente creativa centrada en la veneración de lo banal y en la elevación de lo prescindible a la categoría de reliquia, de objeto de culto. Muchos de los trabajos que hoy presenta pertenecen a una serie iniciada hace ya algunos años y que ya pudieron verse a estas alturas de 2003 en Alcorcón y más tarde en Valdepeñas y la galería Bacelos. Poco o nada ha cambiado desde entonces. Esta exposición está formada por pinturas, esculturas y fotografías. Son, creo, las cajas de luz las que mejor ejemplifican sus claves conceptuales. Siguiendo la estructura formal de las vidrieras, la artista recoge logotipos archiconocidos (Chanel, Mercedes, John Player) para situarlos en un plano trascendente. En ellas conviven el consumismo trepidante y el fervor cultual, el fulgor de los neones y la espiritualidad oscura y mística. Si en estas piezas García-Fraile denuncia la frenética irrupción de los iconos del capitalismo en el imaginario colectivo, en las pinturas y fotografías sobre aluminio entroniza los objetos que habitualmente desechamos. Latas de refrescos y de conservas, paquetes de galletas, objetos, en definitiva, aparecen representados desde la ya habitual distorsión de escalas y una acentuada simetría. La presencia de estos motivos es rotunda. García-Fraile propone una experiencia sublime a partir del desecho, pero éste no se nos presenta como detritus sino como un objeto estético. Aquí la pintura se aleja de toda trascendencia para bajar a lo más mundano, no sólo para capturar lo que las estrategias del mercado tienen de fascinante sino, también, lo que tienen de insignificante, lo que nos produce la más absoluta indiferencia.