Primera exposición en este espacio madrileño del pintor sevillano Javier Buzón (1958), con una muestra titulada Interiores en la que manifiesta una inclinación hacia un modo de representación que camina entre una figuración silenciosa de sobrio cromatismo y la rigurosa rigidez de lo geométrico. Si obras anteriores se decantaban por la abierta indagación del ámbito urbano desde una perspectiva nocturna, estas nuevas obras, alrededor de una quincena, todas ellas realizadas en el último año, se inscriben en una atmósfera de espacios cerrados donde se arrinconan las sombras y queda cautiva, casi asfixiada, la luz. Espacios que permanecen en la penumbra, alejados del ruido y la brillantez cromática que emanaban sus piezas nocturnas. Ofrece Buzón dos vertientes en esta muestra. La de la pintura plana traslúcida que describe interiores fríos y asépticos y otra, más opaca, de obras en pastel sobre papel, donde las geometrías surgen a partir del evanescente diálogo entre las gamas de color. Quizá sea ésta la más interesante, la sutil y poética abstracción de la luz.