En el sugerente texto que acompaña al catálogo de su exposición, Juan Asensio (Cuenca, 1959) se traslada al futuro y se disfraza de historiador de arte para aventurarse sobre el misterioso origen de unas piezas aparecidas en circunstancias enigmáticas. Son piezas que descienden de una marcada herencia minimal a las que el escultor ha aplicado matices que nos ofrecen connotaciones vanguardistas por un lado y ciertas resonancias, si bien escasas, del land-art por otro. Lo que sí es obvio es el profundo conocimiento de los materiales, granito y mármol, y la destreza técnica con la que se enfrenta a su trabajo en la quincena de piezas que forman la exposición. Es el enfrentamiento constante de texturas, la tensión a las que éstas están sometidas, la nota predominante de estas obras. Con fórmulas reduccionistas, el artista transita entre superficies rugosas y planos de tacto mucho más suave. Asensio también acude a rehundidos en las superficies para presentar estos contrastes. Sobre planos de aspereza evidente encontramos agujeros, como pozos, como cráteres, que permiten asomarse a un fondo "líquido". Llama la atención la capacidad del escultor de extraer un diálogo entre los diferentes planos de unas formas en principio evidentes pero que, en la mirada detenida, se revelan sorprendentes.