Toca ordenar. La caída en el turismo a causa de la Covid, más acusada hasta mayo, y las restricciones de aforo han dado espacio y tiempo a nuestros museos de cabecera para reorganizar sus colecciones. El Museo del Prado, que no ha reabierto plenamente hasta el 4 de este mes, ha dado un buen vuelco a sus salas, especialmente visible en la sección del XIX, muy engrandecida; el Museo Thyssen, que ha celebrado el centenario del nacimiento del barón, ha redistribuido globalmente las obras por primera vez desde 1992, reservando la planta baja, aún cerrada, a la colección de la baronesa, asegurada –no sin polémica– mediante un elevado alquiler a veinte años. Pero la ordenación integral más trabajosa ha sido la del Reina Sofía, con 2.000 obras y una superficie de 12.000 m2. Las colecciones han sido también protagonistas en otros museos y centros: el MACBA expuso la enorme donación de la de Rafael Tous, el CA2M saca pecho como museo con la ocupación de todos sus espacios, por vez primera, con más de 400 obras de sus fondos, y el MNAC inaugura nuevas salas dedicadas al arte durante la Guerra Civil a la vez que recuerda las vicisitudes del museo en esa época y la actualiza mediante una colosal intervención de Francesc Torres.

Con excepción de la ampliación del Museo Helga de Alvear, las aperturas se han caracterizado por ocupar espacios singulares. Destaca en este sentido el Pozo Santa Bárbara (Mieres), inaugurado como centro de exposiciones por Anthony McCall; el antiguo hospital de Langara (Mahón) en el que se ha instalado la galería Hauser & Wirth; las naves de Gamazo en el puerto de Santander, que ha ocupado la colección Enaire; o la nave en el muelle de Batería (La Coruña) que Marta Ortega (Inditex) ha transformado en contenedor cultural. Y recordemos otro tipo de sede atípica: el Banco de España ha puesto sala, en la que hemos conocido los orígenes de su colección. ¿Cierres? A lamentar el de Medialab Prado, para sustituirlo no se sabe aún con qué.

Lo más sonado en el mercado, aparte del cuento de los NFT, ha sido la aparición del 'Ecce Homo' ¿de Caravaggio?

En el mercado lo más sonado, aparte del cuento de los NFT, ha sido la aparición del Ecce Homo ¿de Caravaggio?, la venta del Guernica de Ibarrola en ARCO al Museo de Bellas Artes de Bilbao y la adquisición por el Prado de una obra de María Blanchard, que araña sus fronteras cronológicas. En el arte en espacios públicos tuvo gran eco el carísimo Hondalea de Cristina Iglesias en San Sebastián, que ha irritado a conservacionistas de variada índole, y gran extensión geográfica la fiebre de monumentos a las víctimas de la Covid, la mayoría terribles, destacando el poco afortunado Árbol de la vida de Jaume Plensa. Pero la verdadera plaga ha sido y es la de las “exposiciones” inmersivas, un engañabobos con el que las empresas de equipamiento electrónico se están haciendo de oro. Con efectos colaterales: festivales de la luz, videomapping, meninas brillibrilli, displays interactivos que sustituyen a las obras reales…

En política, desorden. Relevo de ministros, Rodríguez Uribes e Iceta, que lo mismo podrían ser de Cultura que de Agricultura. Se ha frenado la Ley de Patrimonio y se promete un “federalismo cultural” que ha costado la cabeza de Lola Jiménez-Blanco a cuento del préstamo de la Dama de Elche. Algunas administraciones insisten en el absurdo modelo de licitación para proveer de directores a los museos (EACC Castellón) o maltratan a los que eligieron (CDAN, MUSAC). La campanada la ha dado el MACBA al fichar a Elvira Dyangani, la primera mujer negra en dirigir un museo español. Pleno femenino, por demás, en los premios más relevantes: Tania Bruguera, Dora García, Pilar Aymerich y Marina Abramovic.

@ElenaVozmediano