Imagen | Clifford: el testigo de la renovación del Madrid del XIX

Imagen | Clifford: el testigo de la renovación del Madrid del XIX

Arte

Clifford: el testigo de la renovación del Madrid del XIX

La Fundación Canal dedica una exposición al fotógrafo galés que retrató la transformación de la ciudad y la faraónica obra del Canal de Isabel II

19 noviembre, 2021 17:34

En septiembre de 1850 Charles Clifford y Arthur Goulston firman un acuerdo con Antonio Hernández, empresario que gestiona la plaza de toros de Madrid, para hacer cuatro vuelos en globo aerostático. El primero de ellos no tendría ninguna otra motivación que el vuelo en sí mismo, el segundo se llevaría a cabo entre fuegos artificiales, el tercero se trataría de un vuelo en globo a caballo y el cuarto con un toro bravo. Semejante dislate, por supuesto, acabó fracasando. 

Paralelamente, Clifford empieza a promocionarse en los periódicos de la época como fotógrafo al “método inglés”. Aquellos locos primeros meses no hacían presagiar que Clifford se pudiera establecer en Madrid. Sin embargo, así fue. Y lo hizo junto a su mujer, Jane Clifford, y su hijo durante los 13 años que le quedaban de vida. Durante ese periodo se convirtió en el fotógrafo que retrató los cambios y el progreso que vivió la ciudad bajo el reinado de Isabel II. Él es el protagonista de Clifford, vistas del Madrid de Isabel II, una exposición realizada con motivo del 170.º aniversario de la creación del Canal de Isabel II y que se puede ver en la Fundación Canal hasta el próximo 13 de enero.

El misterio de Clifford

Puerta de Alcalá, 1858

“Clifford llega a Madrid con 30 años y muere con 43. Tiene una carrera pionera (la fotografía se inventa en 1839), no es la primera generación de inventores pero sí pertenece a los pioneros que usaron los métodos más primitivos y arcaicos”, apunta Javier Ortiz-Echagüe, comisario de la muestra. No obstante, nada se sabe sobre su vida anterior ni de su formación en el medio fotográfico ni qué motivó su llegada a Madrid.

Cuando el fotógrafo recala en la capital en 1850 los límites de la ciudad estaban delimitados por la Puerta de Alcalá y la iglesia de San Jerónimo, estaba amurallada, aún no estaba iluminada por la noche y el desabastecimiento de agua era uno de sus problemas más graves. Madrid era, como decía Galdós, “un pueblo grande y revuelto”. En sus imágenes se puede ver cómo a la fuente de Cibeles aún se acudía a llenar las barricas de agua o cómo la Puerta del Sol estaba siendo reformada. También se aprecia cómo la ciudad aún estaba lejos de poder equipararse a otras grandes urbes como París o Londres, ciudad que ya contaba con más de dos millones de habitantes frente a los 300.000 de Madrid. 

Lo que queda es un archivo documental que muestra el Madrid de Carlos III, desde la Puerta de Alcalá, las fuentes Cibeles y Neptuno, el Salón del Prado y el Observatorio Astronómico. Pero también está el Madrid "de la urbanización de la Plaza de Oriente, el Congreso de los Diputados, el Teatro Real, la Iglesia de los Jerónimos y otros edificios antiguos que quedan dañados tras las Guerra de la Independencia y que son restaurados en la época de Isabel II”, recuerda Ortiz-Echagüe. 

Al servicio de Isabel II

Calle Alcalá. ca. 1857

El primer estudio que Clifford abre se sitúa en el número 4 de la calle Alcalá aunque cambia de dirección en muchas ocasiones. “Tiene una presencia enorme en la prensa pero no se sabe si es publicidad o refleja la realidad”, matiza el comisario. Clifford publicita que retrata al daguerrotipo al método inglés, una manera mucho más rápida de conseguir las instantáneas. “Era difícil que la gente mantuviera un gesto espontáneo. Él consigue cámaras y químicos que vienen de fuera y con eso consigue publicidad”. 

En febrero 1852 la Reina Isabel II presenta a la recién nacida infanta Isabel, princesa de Asturias, ante la Virgen de Atocha. “Este fue un acontecimiento importante porque significaba que había un heredero al trono. Clifford fotografía los siete monumentos por los que pasa la comitiva”, constata el comisario. Lamentablemente, esta presentación en sociedad se ve truncada cuando el cura Martín Merino “saca un puñal e intenta asesinar a la reina. Pero el corsé que tiene es tan grueso que no llega a hacerle nada”.

Así pues, Clifford decide reunir las imágenes que toma en un álbum que dedica a la reina y en el que escribe que le desea una pronta recuperación. Tras esta carta de presentación, Isabel II le encomienda fotografiar sus viajes oficiales y este acompaña a la monarca a Murcia, a Barcelona y a Valladolid para inaugurar el tren.

Las obras del Canal de Isabel II

Imagen de las obras del Canal de Isabel II: mirando hacia fuera desde la subida a la presa del Pontón de la Oliva, lado exterior. 1855

Si bien es cierto que las imágenes que Clifford hace de Madrid se centran en su arquitectura, hay otras en las que refleja las obras de algunos puntos clave de la ciudad. Es el caso de la Puerta del Sol, reforma que se lleva a cabo entre 1854 y 1862 por el ingeniero Lucio del Valle. En una de sus imágenes se observa cómo en el centro de la plaza se instala una gran fuente que es el símbolo de otro de sus grandes proyectos: el Canal de Isabel II

Es el propio ingeniero, encargado de dirigir el titánico proyecto, quien pide a Clifford que documente el proceso de construcción de esta canalización de más de 68 kilómetros. El proyecto se inicia en Pontón de la Oliva y el objetivo es llevar agua hasta el centro de Madrid, un hito que marca la apertura al progreso de la ciudad y hará que esta “se desborde en la década siguiente”. Además de inmortalizar el proceso de modernización también deja el testimonio “de un proceso de cambio brusco”, aprecia el comisario. Es en 1856, cuando el proyecto lleva cinco años activo, cuando Clifford comienza a crear este archivo que también convierte en un álbum de 28 imágenes que se pueden ver en la exposición en el orden que el propio fotógrafo seleccionó. 

Un trabajo colectivo

Puente acueducto de la Retuerta, 1858

Al igual que la construcción fue un proyecto faraónico, el hecho de que Clifford consiguiera estas imágenes tampoco resultó fácil. “Las dificultades de un fotógrafo no son pocas, mientras se viaja en un país donde se desconocen las comodidades del transporte”, escribió. Y es que en la época el fotógrafo tenía que trasladarse hasta el lugar de las obras con todo el equipo (con 100 o 150 cristales) y con un laboratorio portátil pues la técnica de entonces requería que las imágenes fueran reveladas en los siguientes minutos de la toma.

“No era un trabajo de paseante solitario, tuvo que ser un trabajo colectivo”, sospecha Ortiz-Echagüe. En este sentido, se cree que su mujer, Jane Clifford, pudo ser una de sus colaboradoras más activas. “Jane llega a Madrid con Charles y participa en los vuelos de globo. Sin embargo, no hay datos de lo que ocurre después y lo siguiente que se sabe es que cuando Charles muere es ella, que sabe lo suficiente de fotografía, quien se hace cargo del estudio y firmar las fotos”, recuerda el comisario. De hecho, cuando él ya no está Jane hace una obra propia y es la encargada de retratar el Tesoro del Delfín, que hoy se encuentra depositado en el Museo del Prado.

@scamarzana