Vaso medio lleno, de Wilfredo Prieto

Ya tenemos un año que subrayar en la historia de ARCO. 2015 se recordará como una de las mejores ediciones de la feria: la que consiguió afianzar (¡por fín!) el ansiado vínculo con Latinoamérica, la que volvió Madrid sexy para las galerías europeas, la edición en la que se empiezan a ver los resultados de esa fina lluvia de intereses lanzada por Carlos Urroz desde que llegó a la dirección hace cinco años: sumar optimismo, restar galerías y multiplicar ventas. "Potenciar lo bueno y recortar lo superfluo", nos decía en 2010. Si el año pasado la palabra era esperanza, la de este año es interés, movimiento. El ARCO del objetivo cumplido.



Nada se recuerda ya de la indefinición de modelo de feria que en 2007 llevó a Lourdes Fernández a dimitir como directora. Entonces, las divergencias entre la junta directiva de IFEMA, y las galerías ponían de manifiesto esa difícil relación entre arte y política, avivada en aquel momento por la admisión de algunas galerías no aprobadas por el Comité Asesor. Eso fue lo primero que Urroz saneó. El de este año ha seleccionado a 218 galerías, la mitad de ellas latinoamericanas, además de las 10 colombianas elegidas por Juan A. Gaitán. Son las protagonistas de una edición que también se recordará por estar repleta de pintura (la más demandada entre coleccionistas, nos contaba Elisa Hernando de First Collector) poca fotografía e instalaciones y apenas vídeo. Una feria sosegada, conservadora, espaciosa, sin estridencias, ni streaptease, ni burros, ni bichos, ni neveras...



Sólo un vaso de agua medio lleno o medio vacío, según se mire, del artista cubano Wilfredo Prieto, colocado sobre una pequeña balda en el estand de NoguerasBlanchard, se ha colado en los titulares. Y eso que pasaba más que desapercibido... Un ¿pero esto es arte? más antiguo que el hilo negro. Primer dejà vú. De nuevo, cuando hablamos de mercado, la lectura económica se come (o se bebe) todas las demás: pensamiento, intención, simbología, poesía...



Quien vaya a ARCO como quien va a una exposición que se olvide. Las hay estupendas ahora mismo en Madrid, como la de Jeremy Deller en el CA2M, Pello Irazu en Alcalá 31 o Luciano Fabro en el Palacio de Velázquez. Esto es un escaparate, una galería de galerías diseñadas este año por estudio de Andrés Jaque, un lugar para comprar. Y a compradores hemos visto. A Francisco Cantos en el stand de ProjecteSD, de Barcelona, estudiando las obras de Asier Mendizábal, y a Paloma Botín y José Manuel Entrecanales detenidos en el estupendo estand de Parra & Romero, aunque… ¿seguro que no era el del año pasado? Segundo dejà vú.



La escultura de Katharina Grosse en el estand de Helga de Alvear

A Jimena Blázquez, directora del NMAC y coleccionista, así como "embajadora" de la feria, la veíamos inmersa en el despliegue de todo lo que la galerista Juana de Aizpuru tenía en la recámara, y al coleccionista mallorquín Juan Bonet fascinado con las obras de Irma Blank en el estand de la galería Gregor Podnar de Berlín, sin duda una de las joyas de esta edición de la feria. Coleccionistas de todos los perfiles y generaciones: Pilar Citoler, Carlos Rosón, Carlos Vallejo, Manuel Urbano y Mónica García... También internacionales, de Aaron y Barbara Levine a Estrellita Brodsky, todos en una sala VIP convertida este año en el jardín del Edén.



Hemos visto buenos trabajos. En el pabellón 9: las obras de Roman Ondák y de Ryan Gander en GB Agency de París; la fantástica pintura de Miki Leal en F2, que se estrenaba tras su etapa como Fúcares, no duró ni un día colgada; en Formato Cómodo destacaban, silenciosamente, las obras de Miquel Mont; en Nicolai Wallner, las de Jonathan Monk y A Kassen, que veíamos también en MaisterraValbuena, una silla deconstruida que se llevaba el Premio de la Comunidad de Madrid. Cerca, Pepe Cobo, que lleva un tiempo instalado en Lima, presentaba obras de sus clásicos contemporáneos: Cristina Iglesias, Juan Muñoz y Pepe Espaliú. Entre las galerías colombianas esquinadas en uno de los laterales, veíamos las pelucas de Mónica Restrepo (Jenny Vilà), los chorretones de pintura de Jorge Magyaroff (EL MUSEO) y el pequeño dedo meñique de David Peña (LA galería). Era uno de los diez artistas jóvenes que seleccionaba José Roca para El Cultural, lista en la que se incluía Iván Argote, cuyas esculturas estaban en el estand de ADN.



Como siempre, hay quien dice que lo vende todo y hay quien dice que no vende nada. Y del dicho al hecho hay un buen trecho. Tercer dejà vú. Aunque en CasadoSantapau estaban más que contentos: casi todo el estand vendido, ya por segundo año consecutivo. La cosa parece haber ido bien, también, por Opening, esquinado al final del pabellón 9, y con cuatro galerías jóvenes españolas. Una de ellas, etHALL, de Barcelona, se llevó el premio al mejor estand. Bien lo merecía con los trabajos de Martin Vitaliti y Sergio Prego, que por cierto, se vendieron. La misma suerte han tenido las pinturas de Rasmus Nilausen en García Galería. Las que colgaban en The Goma, por seguir con las españolas, son de lo mejor de la feria: Enrique Radigales y José Díaz. Dos extremos muy cercanos. Y L21 desplegaba estand con su Apartamento, premio Ron Barceló, donde merece la pena ver el trabajo de Cristina Garrido y Pep Vidal, dos de los artistas de Generaciones 2015, que expone La Casa Encendida. Una feria con tentáculos.



En el pabellón 7, al que pasamos recorriendo la selección de proyectos editoriales que componen As Tables are Shelves, de lo mejor de ARCO, llegamos a unos Solo Projects que, pese a tener un poso teórico fuerte detrás, con cinco comisarios latinoamericanos de peso, pasan algo desapercibidos. ¿Será el formato? Me gustó Andrade Tudela y Sergio Zevallos, que ganó el Premio illy Sustain Art, sin duda de lo mejor. A pocos metros, en Barbara Thumm, un fantástico trabajo de Fernando Bryce, y buena cadena de buenos estands: CarrerasMúgica, Chirstopher Grimes, Esther Shipper, Elba Benítez... Aunque para majestuoso, el estand de Helga de Alvear con la gran escultura de Katharina Grosse dando la bienvenida en la entrada del pabellón.