Í. Zulueta: Homenaje a Anish Kapoor

La galería Marlborough suele cerrar la temporada con una exposición colectiva en la que reúne a artistas "propios" junto a otros invitados "extraños" a la casa; de ahí que el título de Propios y extraños se repita año a año. En la gran mayoría de los casos, es un sino de estas muestras la disparidad de calidades personales de los artistas seleccionados e incluso la distancia en intensidad e interés entre las piezas elegidas, como lo es, también, que sólo merezcan nuestra atención aquellas que pretenden "exponer" una idea, una concepción estética o la presentación o el reconocimiento de una tendencia.

Lamentablemente, la última edición presentada por Marlborough -en la que incluyen ni más ni menos que obras de treinta y un artistas- únicamente ofrece al espectador la abigarrada contemplación de una maraña de piezas incursas o encuadrables en modos tan alejados entre sí como apretadas están -no recuerdo un montaje más desafortunado en su relativamente breve historia española- y de las que, para colmo de males, son muchas más las que podrían incluirse en una antología del espanto "moderno" que en una galería de arte contemporáneo.
En el desastre naufragan incluso aquellos artistas que vistos desde otra perspectiva y con mayor limpieza han merecido en otras ocasiones nuestro reconocimiento, sirvan de paradigma, según mi criterio, Abraham Lacalle y Mayte Vieta, que nos resultan más que extraños extraterrestres cuando los vemos acompañados por las propuestas de Richard Kocí, de Antoni Marqués o Javier Mascaró.