Alberto Corazón. Foto: P. Almansa

Alberto Corazón. Foto: P. Almansa

El Cultural

Alberto Corazón: "La mediocridad se ha convertido en valor cultural, político y económico"

El artista y diseñador gráfico presenta su exposición '¿Es la memoria un cazador furtivo?' en la galería Marlborough de Madrid

11 enero, 2014 01:00

Alberto Corazón (Madrid, 1942) ha servido a la sociedad española dándole una imagen reconocible a muchos de los agentes e instituciones que han configurado en gran medida la vida publica desde los años 60. A él le debemos los logotipos, ya insustituibles, de la ONCE, Cercanías, el Círculo de Bellas Artes, Casa de América o la Biblioteca Nacional, y algunos objetos míticos como el teléfono DOMO. Pero Alberto Corazón siempre ha compaginado su trabajo como diseñador con una potente vocación artística que en los últimos años está monopolizando su actividad. Como prueba de ello, la exposición ¿Es la memoria un cazador furtivo? que hasta el 8 de febrero se podrá visitar en la Galeria Marlborough de Madrid. Una exploración del Cesto de Frutas de Caravaggio en una serie de cuadros creado en los dos últimos años partiendo de la memoria impactada por la contemplación de la obra.

Pregunta.- ¿Dónde reside la magia del Cesto de frutas de Caravaggio?
Respuesta.- Es una pintura muy personal. Caravaggio quería demostrarse que era un gran pintor y frente a los cuadros gigantescos de santos y mártires, realizó este ejercicio en un pequeño lienzo y recuperó un motivo de la Antigüedad Clásica, las representaciones de comida. Para los griegos la amistad era el vínculo supremo, una vez aceptado con reciprocidad era indisoluble. Se sellaba simbólicamente invitando a tu mesa al otro para compartir algo sencillo de manera que no fuera un compromiso y que no tuviera que ser devuelto por el invitado. Caravaggio seleccionó este motivo de extraordinaria modestia para esta magnífica obra con la idea de hacer un ejercicio de pintura. En realidad no es nada, no significa nada. El motivo es tan desinteresado que te permite explorar pictóricamente del modo más libre. Como muestra del valor que el pintor le daba al Cesto de frutas, siempre lo conservó en su estudio.

P.- ¿Cuándo se sintió atrapado por esta obra?
R.- Fue como una revelación. El bodegón es un recurso que siempre me ha interesado, sobre todo conceptualmente, pero nunca lo había vivido con tanta intensidad como viendo esta pintura en la Pinacoteca Ambrosiana de Milán. Fue como una epifanía, quede completamente atrapado. Trato de explicármelo pero para mí fue algo misterio y emocionante y es lo que trato de transmitir. Han sido dos años absorbido o abducido por la propuesta de Caravaggio.

P.- ¿Por qué decidió trabajar a partir del Cesto de frutas?
R.- En definitiva es una excusa para hacer ejercicios pictóricos. Mi trabajo es una celebración de la pintura. En este momento de crisis una alternativa muy interesante es retomar el camino de la pintura como pintura. Si miramos hacia atrás, nos damos cuenta de que somos básicamente animales simbólicos. El salto del homínido al humano se dio en el momento en el que se comienza a dibujar en las paredes de una cueva o en el propio cuerpo. Esto es extraordinariamente significativo. Las imágenes son fundamentales en nuestro psiquismo profundo.

P.- ¿Ha habido algún otro referente en la creación de estos cuadros?
R.- No, trataba de buscar la depuración personal. Cada cuadro tiene una fecha en la parte inferior ya que los pintaba en una sola sesión, que podía durar un día o varios. La idea era sumergirme en la pintura y no parar hasta que estuviera terminada. Desde que visité el museo no volví a mirar el cuadro por lo que activar la memoria era fundamental y por eso creo que en la exposición hay alternativas estilísticas muy diversas.

P.- De ahí el sugerente título de la muestra, ¿Es la memoria un cazador furtivo?
R.- Exactamente. Fue un sentimiento muy intenso pero en el proceso tuve que estar actuando como un furtivo en un territorio desconocido, en el bosque de la memoria. Tienes que ser discreto, hacerte invisible y estar muy atento a las señales.

P.- ¿Qué actividad prefiere en estos días: el diseño gráfico o la pintura y escultura?
R.- En general me veo como alguien que ha estado permanentemente trabajando con signos, ya fuesen gráficos o plásticos. Durante unos años la actividad gráfica ha sido intensa y feliz pero creo que, desde hace ya un tiempo, esa demanda tan estimulante la he ido aparcando de forma tranquila. En estos momentos estoy dedicado a la actividad plástica, a ese otro lado. El gráfico es el lado luminoso mientras que el plástico es el lado oscuro.

P.- Ha cumplido 50 años como diseñador gráfico, sus creaciones están por todas partes, ha sido reconocido por su trabajo en numerosísimas ocasiones... Haciendo balance, ¿está satisfecho con su trabajo?
R.- El diseño gráfico es siempre resultado de un encargo y mi trabajo ha estado relacionado con un cambio social enorme. Haber podido participar en este proceso de transformación es para mí impagable, importantísimo y extraordinario.

P.- ¿Cómo ve la situación del diseño gráfico en la actualidad?
R.- Como decía antes, el diseño gráfico es el resultado de las demandas de tu entorno cultural, industrial y empresarial y la confusión es tal hoy en día que es imposible saber hacia donde vamos. Sin embargo hay que que estar atento a los cambios.

P.- ¿Cómo entiende el momento de crisis que atravesamos?
R.- Estamos asistiendo a una crisis profundísima porque está consolidando y asentando el éxito de la mediocridad. La mediocridad se ha convertido en valor de reconocimiento cultural, político, económico. Su efecto es devastador y no se hasta donde nos llevará pero mi trabajo como ciudadano es alejarme de los estúpidos y de los perversos y eso lleva mucho trabajo.