El Cultural

Lars enciende la reentre

24 agosto, 2009 02:00
1. Comienza una nueva temporada. Y viene marcada por el gran danés, o sea, Lars von Trier. El director de Rompiendo las olas o Dogville lleva años liándola parda y con Antichrist ha vuelto el escándalo. La película ha suscitado una agria división de opiniones en todas partes aunque muchos creen que en realidad no ha gustado a nadie. Por dos motivos. Por una parte, porque en Cannes le pitaron, claro que también hubo quien aplaudió pero el escarnio y el pitido son siempre más llamativos que el elogio. Por la otra, la influencia (tremenda) de Carlos Boyero (que odió la película) ha hecho que muchos piensen que es un bodrio o está cerca de serlo. En primer lugar, me sorprende muchísimo la piel tan suave que tienen algunos. Se ha tachado la película de morbosa y escandalosa, de obscenamente explícita e incluso de insoportable. No soy muy aficionado al gore ni disfruto demasiado la violencia, pero después de Peckinpah o Tarantino me asombra que algunos se tiren de los pelos con algunas de las imágenes de Antichrist. Respecto al sexo ya no hablo, que a estas alturas haya gente a la que le escandalice ver una penetración en la pantalla me resulta incluso ridículo. Por Dios, si vivimos en una sociedad en la que el porno acecha en cada esquina, ¿realmente nos sorprende eso? Lo importante, como siempre, no son las polémicas sino la película. Y Antichrist es un filme soberbio y profundo que explora como pocos en los misterios de la culpa y las pulsiones más íntimas del ser humano a partir de la peripecia de una pareja marcada por la trágica muerte de su bebé. Von Trier penetra hasta lo más hondo de la bondad y la maldad humanas para extraer conclusiones tremendas (sí, es posible desear la muerte del propio hijo) que nos colocan frente al espejo de nuestros demonios más ocultos. Por no hablar de la espléndida fotografía, que recuerda a las virguerías de Van Sant en Last Days. Vayan a ver Antichrist aunque sea para odiarla.

2. El nuevo curso se presenta calentito en el cine español. Por una parte, los estrenos más prometedores de momento han resbalado. Almodóvar no se la pegó, pero casi, con Los abrazos rotos; Cesc Gay triunfó pero no deslumbró con V.O.S., Isabel Coixet fue la gran perdedora de Cannes con su Mapa de los sonidos de Tokio y faltan por ver la ágora de Amenábar o El baile de la victoria de Trueba. Pero además de películas el cine español es, sobre todo, política y subvenciones. Y ahí están la ministra Sinde y Guardans, tanto monta, montando el pollo con un desarrollo de la ley del cine (que está costando más que terminar las obras de la Puerta del Sol) cuando menos pintoresco, que como siempre no contenta a nadie. Y todo eso con la piratería campando a sus anchas, con la asistencia a las salas cayendo en picado (un 10% en lo que va de año por tercero consecutivo), y etcétera. En fin, que habrá como para no aburrirse. Eso seguro.