Muguruza, con el título de campeona.

Muguruza, con el título de campeona. Henry Romero REUTERS

Tenis WTA FINALS

Muguruza, como ninguna: primera española maestra de maestras, campeona de las WTA Finals

En un partido histórico, Garbiñe tumba a Anett Kontaveit (6-3, 7-5) y levanta el título en Guadalaraja.

18 noviembre, 2021 04:23

Garbiñe Muguruza derribó este miércoles la barrera que ninguna otra jugadora española había logrado en toda la historia, ni siquiera la superlativa Arantxa Sánchez Vicario. Al vencer a Anett Kontaveit en los casi 1.600 metros de altura de Guadalajara (6-3, 7-5 en 1h38m), se convirtió en campeona de las WTA Finals, maestra de maestras, ganadora del torneo que reúne a las ocho mejores tenistas del año. Así, la conquista se midió uniendo pasado, presente y futuro: pase lo que pase de ahora en adelante, y pueden pasar muchas cosas, a Garbiñe nadie podrá arrebatarle el privilegio de haber sido la primera tenista nacional en conquistar el título más importante después de los cuatro grandes. 

“Gracias a mi equipo que ha estado sufriendo y sonriendo”, se arrancó Muguruza, ya con el título amarrado. “Con lo difícil que fue al principio y… ¡lo hemos conseguido! Muchas gracias por estar a mi lado”, siguió la española, que terminará el año como número tres del mundo. “Y gracias al público que me ha dado la vida. No sé qué tiene México que me emociono”.

Muguruza salió a la pista vistiendo una camiseta de la selección mexicana de fútbol. El guiño, claro, fue una manera de ganarse al público antes de empezar a jugar. No me falléis, os voy a necesitar como todos estos días, echadme una mano cuando las cosas se pongan feas ahí abajo. Y la gente, durante toda la semana entregada con la española, atraídos por las raíces de la número cinco, respondió arropando y escoltando a Garbiñe hacia la victoria.

Kontaveit, la revolución en el tramo final del curso (cuatro trofeos en 2021, 29 de sus últimos 32 partidos ganados), salió a jugar tras ensuciarse la confianza hace unos días en el tercer partido de la fase de grupos, que perdió ante Muguruza cuando ya tenía asegurada la clasificación. Esa derrota, sin embargo, cortó una racha de 12 triunfos seguidos y condicionó lo que ocurrió en la final. 

Muguruza, durante la final ante Kontaveit.

Muguruza, durante la final ante Kontaveit. Henry Romero REUTERS

La grada, abarrotada como desde el primer día, algo que jamás sucedió cuando el torneo se celebró en Singapur (de 2014 a 2018) o Shenzhen (2019, en 2020 no se disputó como consecuencia de la pandemia de la covid-19 y en 2021 se trasladó a México de manera provisional), vio cómo Muguruza convertía el cañón de Kontaveit en una pistola de agua. La estonia, pegadora formidable, agresividad elevada al cubo, la reina de la jungla, peleó contra algo imposible: Garbiñe defendió cada pelota que su contraria martilleó con el alma y atacó, al menos, tan bien como ella (16 ganadores y 25 errores no forzados, por los 15 y 39 de su oponente). 

Manteniendo la línea imperial que exhibió el martes para reducir a Paula Badosa en semifinales, una suma de concentración, determinación, acierto y claridad de ideas, Muguruza no dejó que Kontaveit olfatease su sangre, cerrándole sin medianías la posibilidad de engancharse al cruce. Después de perder el primer parcial, revuelto por un break de Garbiñe (2-1) que tuvo respuesta inmediata (2-2) antes de que la española devorase el set, la estonia apretó reclamando una oportunidad. En consecuencia, sin margen de error en la segunda manga, Kontaveit le rompió el servicio a Muguruza y llegó a sacar con 5-4 para empatar la final. 

¿Qué hizo entonces la española? Ganar tres juegos seguidos y abrazarse a la copa, su título más importante desde que en 2017 ganó Wimbledon. Otra muesca a una carrera fantástica y la demostración de algo que no es ningún secreto: en su mejor versión, la que antes le había llevado hasta el número uno y a conquistar dos grandes, Muguruza es imparable.

Muguruza, tras ganar a Kontaveit.

Muguruza, tras ganar a Kontaveit. Henry Romero REUTERS