Nadal, durante su partido ante Thiem.

Nadal, durante su partido ante Thiem. Hannah Mckay Reuters

Tenis Abierto de Australia

Un descomunal Thiem tumba a Nadal en cuartos del Abierto de Australia

Valiente y acertado, el austríaco (7-6, 7-6, 4-6 y 7-6) disputará sus primeras semifinales en Melbourne tras vencer al número uno.

29 enero, 2020 13:56
Melbourne (enviado especial)

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Rafael Nadal ya no juega en el Abierto de Australia. Una exhibición de poder de Dominic Thiem y tres desempates perdidos (¡tres!) por el número uno del mundo le dejaron fuera de combate, truncando su primer intento de igualar los 20 grandes de Roger Federer. El 7-6, 7-6, 4-6 y 7-6 del austríaco le metió en las semifinales, que disputará ante Alexander Zverev (1-6, 6-3, 6-4 y 6-2 al suizo Wawrinka), y mandó a casa al español, que puede perder el número uno del mundo si Novak Djokovic levanta el título de campeón. Eso, en cualquier caso, es lo de menos: el mallorquín se va de Melbourne derrotado de un pulso que pudo haber ganado, a pesar de todo. [Narración y estadísticas]

"Lo he intentado hasta el final, dándome oportunidades en todo momento”, analizó Nadal tras la derrota. “He hecho un esfuerzo físico, mental y tenístico. He estado a dos puntos de irme al quinto set”, recordó. “Ha habido momentos clave que no he aprovechado. Es simple: es deporte y él ha hecho alguna cosa mejor que yo. La diferencia mínima ha estado de su lado. Estoy satisfecho con mi actitud y con lo que he puesto ahí”, prosiguió el balear. "Hoy no ha sido suficiente. Solo puedo seguir trabajando para acercarme a ese nivel máximo que necesito para optar a ganar los torneos”.

Los dos jugadores con más intensidad del mundo arrancaron el partido a tortazo limpio, como no podía ser de otra manera. Ya desde los primeros puntos, los contrarios se llevaron de lado a lado, de esquina a esquina, de línea a línea, en una muestra de la exigencia del encuentro, de altísimo peaje físico, que arrancó con 30 grados de temperatura en Melbourne. Sobre el papel, y con esas reglas, Thiem partió con ventaja por una razón evidente: es una bestia como Nadal, pero con siete años menos, con todo lo que implica a nivel de vigor y fortaleza, más piernas y más pulmones.

A palos, apretando con la derecha y también con el revés, buscando atropellar con cada golpe, el austríaco se procuró la primera bola de break de la noche (con 2-2) que Nadal salvó ayudándose del saque para cerrarle la puerta en la cara a su contrario en ese intento de tomar la delantera en el marcador, y le rompió el servicio en blanco para ponerse 4-3. Amenaza controlada, contraataque fulminante. Escudo de hierro, zarpazo en la cara. Balazo esquivado, escopetazo al corazón.

Una sacudida de nervios, sin embargo, lo cambió todo.

Sacando por el primer parcial con 5-3, Nadal entregó el servicio, dejando escapar un punto de set por el camino. Fue lo mismo que le pasó en octavos ante Nick Kyrgios, idéntico el problema para gestionar la tensión de amarrar un juego importante, y que le costó una pelea en el tie-break del cuarto set para abrochar el triunfo ante el australiano. Esta vez las secuelas fueron mucho peores que hace dos días: viniendo siempre desde atrás (3-5 primero, 0-2 en el tie-break luego) Thiem se llevó esa primera manga en el desempate y dejó a la Rod Laver Arena muda.

De repente, la gente transformó ese ambiente fúnebre de la mano de Nadal, que consiguió un break para reengancharse al duelo (4-2) y lo perdió en mitad de una discusión que le sacó del partido. “Es impresionante que me pites warning después de un punto como este”, le dijo el campeón de 19 grandes a Aurelie Tourte, la juez de silla del partido. “No te gusta el buen tenis”, añadió el número uno del mundo, enfadado porque la árbitra le sancionó por sobrepasar el límite permitido entre que termina un punto y comienza el otro (25 segundos en Grand Slam), determinado por un cronómetro que activa la persona que está al mando de las reglas. Hecho una furia, Nadal buscó en el costado de la pista a Andreas Egli, el supervisor, para traspasarle la queja mientras Thiem seguía a lo suyo. 

En mitad del jaleo, el austríaco recuperó la desventaja (4-4), aguantó hasta llegar a otro desempate y se lo llevó con un festival ofensivo impecable, tenis afilado como cuchillas, nada que decir ante esa demostración de valentía, para abrir una brecha que pareció casi definitiva, pero que estuvo muy lejos de serlo, a años luz. 

Cuando Thiem estaba volando, Nadal se llevó el tercer parcial, reacción de campeón, y fue capaz de responder a un break del austríaco en el cuarto (4-5) justo cuando servía por la victoria. Entre temblores, incapaz de continuar haciendo todo lo bueno que le había llevado a ese fase del encuentro como ganador, el número cinco alcanzó a trompicones otro desempate que comenzó con más regalos (una derecha a media pista estrellada en la red en punto de partido) y que terminó de forma inesperada: cuando tenía el quinto set a tiro, ocasión de oro para culminar la remontada, el español se lanzó a por Thiem con diente de leche, y no con colmillo retorcido. 

De momento, el final a la aventura de cazar los 20 grandes de Federer.