Murray, tras ganar a Raonic en semifinales de la Copa de Maestros de Londres.

Murray, tras ganar a Raonic en semifinales de la Copa de Maestros de Londres. REUTERS

Tenis TENIS

El largo viaje de Murray: de niño frágil a número uno del mundo

Emilio Sánchez Vicario, Àlex Corretja y Daniel Vallverdú, tres de las personas más importantes en la carrera deportiva del británico, conversan sobre la evolución que le ha llevado a la cima.

20 noviembre, 2016 02:31
Londres

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Para defender el número uno del mundo un día más, Andy Murray necesitó enfrentarse de frente a todos sus demonios en la pista azul zafiro del O2 Arena de Londres. Salvando punto de partido, el británico se impuso 5-7, 7-6 y 7-6 a Milos Raonic en el encuentro más largo (3h38m) en la historia de la Copa de Maestros (desde 1991) y se clasificó para disputar la final contra Novak Djokovic (6-1 y 6-1 al japonés Nishikori).

Así, los triunfos de los máximos aspirantes a la copa provocaron una situación inédita y tremendamente interesante. Por primera vez en la historia, dos jugadores pelearán por acabar la temporada en la cima del ranking en el último partido del año. Para Murray, que pierde claramente el cara a cara con Djokovic (10-24), es una final a cara de perro, porque no hay mejor forma de enseñarle al mundo entero que merece terminar el curso sentado en el trono que venciendo a un contrario con el que no se cruza desde Roland Garros.

Antes del trascendental partido, Emilio Sánchez Vicario (que le acogió en la Academia Sánchez Casa en su adolescencia para criarle como jugador), Àlex Corretja (su asesor durante varias temporadas) y Daniel Vallverdú (amigo y luego entrenador por un período de más de cinco años) conversan reposadamente en EL ESPAÑOL sobre el viaje que ha llevado a Murray a lo más alto de la clasificación tras una evolución lenta, complicada y admirable.

Emilio Sánchez Vicario. El primer recuerdo de Andy que me viene a la cabeza es su manera de caminar, su forma de mirar al suelo, la timidez que tenía. Era un chico frágil y hasta falto de confianza, algo que me impresionó en ese momento. Luego, cuando se puso a hablar, me di cuenta de que era todo una coraza.

Fue una etapa bonita la que pasó en la academia. Tenía 14 o 15 años y mucho por mejorar. Le enseñamos disciplina, hábitos de trabajo y otras cosas que a esa edad no son una prioridad. Poco a poco, fue aprendiendo y evolucionando muy rápido. Se puso en situaciones óptimas para poder competir con gente muy buena. Cuando podía me gustaba jugar con él porque me hacía partido y la mayor parte de las veces también me ganaba.

Emilio Sánchez Vicario junto a Andy Murray.

Emilio Sánchez Vicario junto a Andy Murray.

Àlex Corretja. Mi representante estaba con él cuando era joven y me propuso empezar con Andy en la temporada de tierra batida porque estaba buscando un asesor para esa superficie, un especialista. Me ofrecieron trabajar algunas semanas con él. Vino a San Cugat a entrenar conmigo, a Barcelona. Y después le acompañé a dos o tres torneos, creo que fueron cinco semanas en total las que pasamos juntos.

Daniel Vallverdú. Cuando pienso en Andy lo primero que recuerdo es su sentido del humor. Siempre está buscando una oportunidad para usar su sarcasmo. Es muy chistoso y se pasa todo el tiempo bromeando. Y como tenista lo primero que recuerdo es su dedicación y hambre de mejorar constantemente, sin conformarse nunca con los resultados. Siempre empujando a su equipo para ser mejor cada día.

A.C. La experiencia inicial que tuvimos fue buena, pero al terminar Roland Garros nuestro trabajo había terminado. En noviembre, y como seguíamos manteniendo el contacto, volvimos a hablar y decidimos que podía ser un asesor suyo más global, durante toda la temporada, unas 16 o 18 semanas. Él llegó a la conclusión de que le podía ayudar en general, no sólo en tierra batida. Y eso es lo que hicimos.

E.S.V. El jugador que nos llegó a nosotros a la academia era un niño y el de ahora es el número uno del mundo. Físicamente necesitaba desarrollarse mucho y mentalmente tenía buena predisposición a la batalla, pero le costaba un poco más. En ese sentido ha aprendido mucho.

D.V. Mi etapa con él fue muy especial. Fueron años de trabajo, ayudándole a conseguir su primer Grand Slam. Estar a su lado cuando ganó el Abierto de los Estados Unidos, Wimbledon y el oro olímpico en Londres fue el fruto de nuestro trabajo como equipo.

Personalmente, mi período con Andy me ayudó a entender como entrenador la diferencia entre los primeros cuatro del ránking y el resto de los jugadores. Fueron cinco años compitiendo constantemente, y en partidos de mucha tensión, contra Federer, Nadal y Djokovic, los tres mejores jugadores de la historia. Fue un privilegio ser parte de esas batallas y ver cómo evolucionó.

E.S.V. Andy siempre ha sido muy bueno al contraataque, pero en esta última etapa ha conseguido meterse más dentro de la pista, algo que también consiguió en su primer período con Ivan Lendl. En esta segunda aventura con el checo ha logrado materializar más el juego agresivo usando mejor su saque. Cuando está bien físicamente se monta muy bien encima de la pelota, incluso pega la derecha más adelante.

A.C. Sí, a Murray siempre le ha gustado contrarrestar el juego de sus rivales, pero ha conseguido encontrar un punto de agresividad importante.

Alex Corretja, con Andy Murray.

Alex Corretja, con Andy Murray. Getty Images

E.S.V. Es más agresivo porque antes dejaba caer mucho la pelota. Siempre ha sido un jugador que ha sabido sacarle el máximo partido a su juego. Estaba acostumbrado a contraatacar, a dejarse llevar, tenía una batalla mental porque los partidos fáciles no le gustan, le gusta estar en tensión y gestionar los encuentros más difíciles. Esa es otra de las cosas que ha conseguido en esta época, ganar fácil y dominar mucho más.

Lo que marca la diferencia es que físicamente ha conseguido en esta etapa de su carrera poder aguantar muy bien, con una fuerza enorme. En 2015 terminó casi sin descanso, al jugar la final de la Copa Davis, y este año ha rendido excepcionalmente hasta alcanzar el número uno del mundo.

D.V. Lo mejor del Murray actual es la habilidad que posee para ser un gran jugador defensivo, pero también ofensivo. Su coeficiente intelectual jugando es el mejor de nuestro deporte, no hay nadie tácticamente superior Andy. Y además tiene la habilidad de cambiar su táctica dependiendo de cómo está jugando su oponente.

E.S.V. Sí. Andy es un jugador con carácter fuerte, muy determinado y obstinado, aunque también disciplinado en sus objetivos. En situaciones de máxima presión, su primera reacción no es la realidad, para mí es una fachada que pone cuando está en una situación comprometida. De esa forma se desahoga. El jugador que se queja es una especie de defensa para poder volver a pensar y concentrarse, buscando rendir mejor. Tiene un carácter muy ganador, es un guerrero, un jugador de los que no se entregan jamás.

Algunas veces, llevar al límite esos enfados le ha costado derrotas muy importantes. Aunque no esté en una situación comprometida, suele tener un lenguaje de queja, negativo, desahogándose mucho con su banquillo… Eso hace la vida del entrenador más difícil. La motivación del técnico es más complicada, sobre todo visto desde fuera. Quizás, desde dentro no es tanto, visto que muchos de los grandes entrenadores que ha tenido lo han aceptado. Pero no es fácil, aunque el trabajo diario debe ser mucho más fácil, lo complicado es aceptar la situación del entrenador dentro de la pista.

D.V. La presión de Gran Bretaña fue algo que ayudó a Andy a ser el jugador que es ahora. Muy pocos jugadores podrían haber soportado esa presión de la prensa, y del país entero. Pero para Andy, y su personalidad, le ayudó. Él lo usó como motivación para ser mejor cada día. Y siempre que juega en su país el apoyo del público le ayuda mucho. Andy es un competidor nato y su único objetivo es ganar de cualquier manera.

Daniel Vallverdú con Andy Murray.

Daniel Vallverdú con Andy Murray. Getty Images

E.S.V. La prensa anglosajona tiene fama de estar muy encima de los detalles, de querer hacer historias de lo que está pasando en cada momento. Hay veces que esa prensa quiere meterse en partes de la vida privada de Murray, buscarle una explicación a todo. Él ha sabido llevar muy bien la presión, gestionar perfectamente su relación con la prensa.

A.C. Era un reto que no todo el mundo habría sabido gestionar y él lo ha hecho muy bien. Andy tenía muy claro su objetivo: Wimbledon era un sueño desde el principio. Y en el fondo, él quiere ser el número uno en todo lo que hace porque le gusta ser el mejor. Tenía claro que podía conseguirlo, aunque luego influyen muchos factores. El potencial estaba de su lado, sólo debía esperar el momento adecuado.

E.S.V. Sinceramente, no sé cómo se soporta eso. Afortunadamente, nunca he tenido que pasar por una situación similar en mi carrera. Él lo lleva bien, a su manera. Tiene sus momentos de escape, su apartamento en Estados Unidos y unas vacaciones planificadas en lugares para desconectar. La mayor parte del tiempo que no está en el circuito está fuera, sobre todo cuando entrena en invierno que se marcha a Miami, precisamente para no tener que estar atendiendo a todas esas peticiones que tiene de prensa y de crear historias en torno a su figura.

A.C. Tiene que lidiar con una presión externa que no debe ser fácil. He convivido muchísimo con él. Vivía en su casa cuando iba a Londres y también en Miami. Es una persona tremendamente generosa con su equipo, muy de la familia y de los amigos. Nosotros tenemos una relación muy familiar. Por ejemplo, tras París le escribí para felicitarle por el número uno y se sentía mal porque tardó un día en responderme. Esos detalles definen a Murray perfectamente, es una persona.

D.V. Definitivamente, el tenis le debía el número uno. Es un jugador fuera de serie, con mucho talento y a la vez un gran trabajador.

E.S.V. El tenis es bastante justo. Para llegar a ser número uno del mundo no sólo tienes que ganar mucho, debes hacerlo en los torneos necesarios. Andy había estado cerca y no lo logró, pero esta vez el impulso desde Wimbledon le ha ayudado. Estar siempre detrás de Federer, Nadal y Djokovic es digno de elogio. Esa batalla la ha llevado con mucha entereza.

Andy Murray en su partido ante Raonic.

Andy Murray en su partido ante Raonic. REUTERS

A.C. Para ser número uno le faltaba tiempo. Era un jugador con grandes piezas en el puzzle, pero necesitaba colocarlas todas en el sitio adecuado. Ha mejorado mucho en todo, pero ahora mismo es más constante y también más maduro. Físicamente está muy fuerte, y es algo que viene desde hace años, pero en el último se ha movido realmente bien.

D.V. Exacto. Siempre le dije a Andy que para mí era y es el mejor jugador del mundo. Pero para llegar a la cima tenía que ser más constante durante todo el año y eso es lo que ha conseguido esta temporada.

A.C. Ha invertido más tiempo para mejorar su rendimiento en tierra batida y eso ha marcado una diferencia bastante grande. Cuando estábamos juntos, le mostré una estadística interesante que decía que en puntos en hierba, pista dura y pista cubierta tenía los mismos que Federer, Nadal y Djokovic, pero en tierra le sacaban todos 4.000 o 5.000 puntos.

En resumen, necesitaba hacer un aprendizaje en esa superficie y lo ha hecho. Desde el año pasado, que se vino a Barcelona a entrenar 10 días antes de Múnich y Madrid, cambió bastante. Creció en tierra y eso le ha dado una progresión mayor en el ránking. En esos tres meses de primavera se le iban muchos puntos entre Montecarlo, Madrid, Roma y Roland Garros.

E.S.V. El número uno es un premio enorme, aunque estés ahí una semana. En ocasiones, ha habido jugadores que han llegado al número uno con menos victorias que él y hay que estar listo para cazar la oportunidad. Si Djokovic ha bajado su nivel, significa que ha tenido alguna situación compleja o directamente lo ha bajado porque Murray le ha plantado batalla. No tiene menos mérito que lo haya hecho coincidiendo con un mal momento de Federer y Nadal. Llegar arriba es tan difícil, han sido tan pocos los que lo han hecho…

A Murray le ha tocado convivir con los mejores de la historia. Su caso me recuerda un poco al de mi hermana Arantxa, que le tocó convivir con Graf y Seles y aun así consiguió ganar torneos del Grand Slam y coronarse número uno del mundo.

A.C. Lógicamente, tenía que esperar a que pasase el momento de Federer, Nadal y Djokovic, que estaban en el punto más álgido de sus carreras, pero saberlo aprovechar es parte de ese mérito.

E.S.V. Es una incertidumbre saber hasta cuándo será Andy número uno, pero creo que no será algo efímero por el nivel que está demostrando. Si no tiene un bajón en la pretemporada va a ser el rival a batir en el próximo Abierto de Australia y en todo el 2017.

Sin duda, la gran batalla empieza en enero. El que salga vencedor del Abierto de Australia mantendrá prácticamente el número uno hasta verano. Roland Garros y Wimbledon definirán al que mantendrá esa posición, pero se presenta muy interesante la próxima temporada. Para Murray será el momento de demostrar a todo el mundo que es capaz de seguir con el nivel actual.

A.C. En caso de que perdiera el número uno, creo que lo puede recuperar seguro en el inicio de 2017. Probablemente, después de Wimbledon habrá que ver cómo está, pero seguro que será candidato. Ser número uno le hace ilusión, está motivado y se siente líder a día de hoy. Ha aprovechado bien las circunstancias del circuito y ahí entra que otros jugadores puedan estar lesionados, que tengan un bajón… Es un número uno muy justo. Al final, los puntos del ránking no vas y los compras en una tienda: los ganas día a día, semana a semana y torneo a torneo. Y eso es lo que ha hecho Andy.