Ryan Lochte con una de sus medallas de oro olímpicas conquistadas, en este caso, en Londres 2012

Ryan Lochte con una de sus medallas de oro olímpicas conquistadas, en este caso, en Londres 2012 Reuters

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Ryan Lochte vende 3 de sus 6 oros olímpicos para hacer frente a deudas de casi un millón de dólares

El nadador estadounidense subastará tres medallas más tras deshacerse años atrás de sus platas y de sus bronces.

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El segundo nadador más laureado de la historia olímpica vive su peor pesadilla financiera. Ryan Lochte, con 12 medallas totales y seis oros en sus vitrinas, ha anunciado la subasta de tres de sus medallas de oro a través de Goldin Auctions, una de las casas de subastas más prestigiosas de memorabilia deportiva en Estados Unidos.

Es un acto que resume en pocas palabras la caída libre de un campeón. Las tres medallas que Lochte ha decidido vender corresponden a sus triunfos en el relevo 4x200 metros estilo libre en Atenas 2004, Pekín 2008 y Río 2016, cada una con un precio de salida de 20.000 dólares.

Aunque mantiene sus tres oros individuales y el del relevo de Londres 2012, la decisión de desprenderse de estos trofeos encierra una confesión implícita de bancarrota personal.

Hace apenas tres años, en julio de 2022, Lochte había subastado seis medallas (tres platas y tres bronces) a través de RR Auction. En esa ocasión, los ingresos fueron destinados a la Jorge Nation Foundation, una organización que financia viajes de ensueño para niños con enfermedades terminales.

El nadador declaró entonces que sus medallas "estaban acumulando polvo" en su armario y que "probablemente subastaría en el futuro algunas medallas de oro", aunque aseguraba que las atesoraría excepto por razones benéficas. Lochte mintió, o al menos no anticipó lo que llegaría después.

Deudas que atormentan a un campeón

La realidad actual es despiadada. Lochte enfrenta deudas cercanas al millón de dólares: 660.000 dólares en impagos de una casa en Florida, más otros 270.000 dólares en servicios médicos, impuestos y prestamistas.

Ryan Lochte

Ryan Lochte Chema Martí

A esto se suma un divorcio conflictivo con Kayla Rae Reid, exmodelo de Playboy y madre de sus tres hijos. Reid lo acusó públicamente de abuso de sustancias y reclama custodia total de los menores.

Solo hace tres meses, Lochte anunció haber completado un programa de rehabilitación después de años sumido en el alcoholismo y el consumo de drogas. Reconoció haber estado deprimido hasta "la médula", durmiendo compulsivamente y despertándose cada día recordando sus "constantes fracasos".

Al presentar la subasta, Lochte intentó retorcer la narrativa hacia un relato de redención. "Mis medallas olímpicas representan recuerdos que llevaré toda la vida, pero ahora quiero que hagan más que permanecer en un estante", afirmó en sus redes sociales.

Continuó: "Las comparto para que inspiren y empoderen a otros. Si estas medallas pueden dar esperanza a alguien, impulsar sus sueños o ayudarle a alcanzar su máximo potencial, esta es la mejor manera de contribuir".

Las palabras son hermosas. La realidad es brutal. No se trata de inspiración colectiva, sino de supervivencia personal. Lochte necesita ese dinero para pagar deudas, para mantener a sus hijos y para intentar reconstruir una vida que el escándalo de Río 2016 fracturó irreparablemente hace casi una década.

El símbolo final

La subasta de los oros de Ryan Lochte es más que una transacción inmobiliaria: es el epitafio visible del sueño olímpico roto. Un campeón que ganó todo en el agua se ahoga en tierra firme. Y lo peor es que probablemente, cuando las deudas sigan acumulándose, Lochte también venda sus tres oros restantes.

Entonces, el segundo nadador más condecorado de la historia olímpica habrá subastado todas sus medallas. Y nadie podrá decir que no lo advirtió a sí mismo en 2022.