Jugadores del Bizkaia Boggarts durante un partido. / Bizkaia Boggarts Quidditch Taldea

Jugadores del Bizkaia Boggarts durante un partido. / Bizkaia Boggarts Quidditch Taldea

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La ciudad del quidditch

La primera Copa de España del deporte imaginado por J. K. Rowling, con plaza europea en juego, se disputará en Rivas en febrero.

2 noviembre, 2015 00:38

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La cita es en febrero, en el Polideportivo Municipal Cerro del Telégrafo, en Rivas Vaciamadrid. Allí es donde la gran totalidad de los jugadores de quidditch españoles se dará cita en la primera edición de la Copa de España. Sin magos, sin escobas, sin hechizos y sin varitas mágicas, pero con mucho sentido del humor, ganas de pasarlo bien y de demostrar que, a pesar de ser muggles, ellos también hacen deporte montados en escobas.

A estas alturas, y con decenas de millones de ejemplares de Harry Potter vendidos en librerías de todo el mundo y millones de entradas para ver la saga cinematográfica vendidas, se presupone que todo el mundo sabe lo que es el quidditch. Lo que pocos saben es que el deporte favorito de los magos se juega también fuera de Hogwarts. Comenzaron en Francia, se extendió rápidamente por Gran Bretaña y Alemania y cada vez tiene más peso en España. Tanto, que la Asociación del Quidditch Español acaba de poner en marcha la primera edición de la Copa de España, de la que saldrá el equipo que viajará a la Copa de Europa 2016, para batirse con los últimos vencedores, los Titanes de París, o el equipo de la Universidad de Oxford, entre otros.

Por si quedan lectores despistados, el quidditch es el deporte al que dio vida la escritora J. K. Rowling para que lo practicaran sus aprendices de magos. En la vida real, se juega en un estadio de fútbol o rugby, en el que en ambos lados se colocan tres aros a diferentes alturas. El juego enfrenta a dos equipos, de siete jugadores cada uno, que deben introducir las bolas –de tres tipos distintos, quaffle, bludger y snitch dorada- en los aros contrarios, o proteger los suyos, ayudados de unos pequeños bates con los que golpean las bolas. Una mezcla de hockey, rugby y lacrosse en el que los jugadores sí que llevan escobas, hechas a mano con poliuretano, entre las piernas. Volar ya es otro tema.

En España, según explica a EL ESPAÑOL Yeray Espinosa, de la Asociación del Quidditch Español, hay “unos 300 practicantes, repartidos en 12 equipos entre el País Vasco, Andalucía, Madrid, Galicia y la Comunidad Valenciana”. ¿Y en Cataluña? “Allí hay también mucha tradición, tanta que fundaron antes su propia asociación y compiten a nivel internacional. Vamos, que se han independizado, pero tenemos muy buen rollo, de hecho jugamos un torneo juntos el próximo 12 de diciembre”, explica Espinosa.

Pese a que el quidditch se practica en España desde hace casi cinco años, la Asociación nació el pasado mes de abril, y esta Copa de España será su primer gran torneo. “Esperamos que vengan 10 equipos, porque de aquí saldrá el representante en el Campeonato de Europa. Y estamos trabajando con la Internacional para que nos dejen enviar a dos o tres equipos, no sólo uno”, señala Espinosa.

Camisetas de la selección española de Quidditch.

Camisetas de la selección española de Quidditch. Asociación española de Quidditch

Para ir preparándolo, ya han sacado a la venta las “camisetas oficiales de la selección española de quiditch”, que venden a través de su página de Facebook y que se han convertido “en el regalo estrella de las Navidades para la gente a la que le gusta nuestro deporte”.

Las inscripciones siguen abiertas y esperan que el anuncio de este primer torneo oficial les dé repercusión y genere al menos curiosidad. “En España ya hay más equipos que en otros países europeos con más tradición, pero sería fantástico que pudieran surgir aún más”, explica. Aún no tienen sede fija para entrenar, pero aprovechan “parques o cualquier espacio con mucha hierba”. “El Quidditch no tiene límite de edad, tenemos jugadores desde 15 años hasta los treinta y tantos, y como los equipos son mixtos, puede apuntarse cualquiera”, señala Espinosa. Sólo hacen falta ganas y maña para hacer una escoba. Los muggles están esperando.